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La Vida de Madre Esperanza

La Madre Esperanza de Jesús Alhama Valera nació en Santomera (Murcia-España) el día 30 de Septiembre de 1893.

El 15 de Octubre de 1915 entró como religiosa en el convento de clausura de las “Hijas del Calvario” en Villena (España). Esta Congregación fue agregada al Instituto de las “Misioneras Claretianas” el año 1920.

En la Nochebuena de 1930 salió de este Instituto para fundar, en Madrid, la Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso.

El 15 de Agosto del año 1951 fundó en Roma la Congregación de los Hijos del Amor Misericordioso.

Consagró y dedicó toda su vida al Señor y a la misión de darlo a conocer, a todas las personas, como un Padre y una tierna Madre.

Después de una vida entregada al servicio de Dios, de los sacerdotes y de los más necesitados, muere en Collevalenza (Italia) el día 8 de febrero del año 1983.

El 23 de Abril del año 2002, la Iglesia, después de reconocer sus virtudes heroicas, la declaró Venerable. El proceso de canonización sigue su curso.

El Despertar de una Vida

El perfume embriagador de la flor de azahar, en la huerta murciana, tal vez llenó el aire a destiempo aquel 30 de septiembre de 1893 en que vio la luz la pequeña Josefa Alhama Valera.

La primera de nueve hermanos, de familia muy pobre, nace en una barraca del Siscar, en el ayuntamiento de Santomera, Murcia (España). Fue bautizada en la iglesia parroquial dedicada a la Virgen del Rosario. Su padre, José Antonio, era jornalero del campo, con muy poco trabajo, en una tierra, unas veces agotada por el sol del Levante español y con escaso regadío en la época, y otras arrasada por catastróficas inundaciones que casi siempre cobraban alguna víctima humana.

Josefa crece vivaracha e inteligente, juguetona y traviesa como todos los niños. Una niña despierta, activa y dotada de una innata y extraordinaria piedad. Sus travesuras, las típicas, aunque alguna impregnada del suave aroma de la santidad, ya desde entonces. Entre los siete y los ocho años de edad la llevan a casa del párroco de Santomera y allí es educada por las dos hermanas del mismo, Inés y María.

Con nueve años, movida por el gran deseo de hacer la primera comunión que en la época se demoraba hasta los doce años, una mañana que celebraba la Misa un sacerdote de fuera, aprovecha la ocasión para “robar” a Jesús y empieza, con El, una relación de intimidad que durará toda la vida.

La búsqueda vocacional

En plena juventud va madurando en ella el deseo de dedicar toda su vida a su amigo Jesús y a la gente pobre y necesitada que ella bien conocía. Ansiosa de descubrir la voluntad de Dios sobre su vida, se acerca a los lugares del sufrimiento humano, pero el discernimiento no es fácil. Le hubiera gustado atender a los enfermos, pero en un Hospital, al sorprenderse del poco interés de la religiosa que la acompañaba ante un moribundo, esta le expresó: “Tranquila, que pronto se te endurecerá el corazón a ti también”, a lo que la buena Josefa replicó: “Antes de que se me endurezca el corazón prefiero marcharme”, y se fue.

A la edad de veintiún años se decide a dar el paso, estaba realizando el sueño de su vida: consagrarse a Dios en la vida religiosa. Salió el día 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa de Ávila. “…salí de la casa paterna con la gran ilusión de ser santa, de parecerme un poco a Santa Teresa… que no le asustaba nada …  Yo quería ser como ella y así salí de casa ese día, dejando a mi madre en el lecho del dolor sin esperanza de verla más.” (Exhor.15.10.65)

Entra en Villena (Alicante) en el último y pobre convento de las Hijas del Calvario, ya en vías de extinción. Es aquí donde recibe, al hacer su profesión religiosa, el nombre de Esperanza. Las Hijas del Calvario se fusionan, al poco tiempo, con el Instituto de las Misioneras Claretianas dedicado a la enseñanza. También Esperanza entra a formar parte de este Instituto, donde hace su profesión perpetua.

Aprendiendo a Amar

Estos primeros años de su vida religiosa están marcados por una serie de pruebas y sufrimientos físicos y morales por medio de los cuales el Buen Jesús, como ella le llamaba, va labrando su madera para prepararla a la misión que la espera. Aprende la ciencia del amor haciéndose disponible como una escoba, fijando la mirada en la Cruz de Jesús y saliendo al encuentro de los pobres.

Con asombro de unos y recelo de otros, iban viendo las personas que con ella convivían que Dios le concedía numerosas gracias extraordinarias. Sufrimientos físicos atroces se mezclaban con consolantes experiencias místicas. Ahora, a distancia de tiempo, vemos con claridad que Dios había puesto su mirada en esta su humilde esclava y se la reservaba para llevar a cabo un plan especial en beneficio de la humanidad. Iba a ser la depositaria de un carisma extraordinario: sería la encargada de difundir por el mundo la devoción del Amor Misericordioso.

Fueron sus directores espirituales, quienes, desde la privilegiada perspectiva de su alma abierta como un libro, pudieron vislumbrar su misión y la prepararon a conciencia. También como en la vida de la mayoría de los santos, se alternan en la madre Esperanza gravísimas enfermedades e inexplicables curaciones.

En la Navidad de 1927 acontece un episodio decisivo para entender lo que Dios quiere de ella. Forma parte de la comunidad ubicada en la Calle Toledo de Madrid. La casa no pertenece a la Congregación de las Claretianas sino a una Asociación de Señoras Católicas. Madre Esperanza prepara, con la ayuda de la Providencia, una comida para unos 400 pobres que, hambrientos, llenan la casa. En aquel momento llega una señora de la Asociación: “…me dice: ¿Quién le ha autorizado a usted para que meta aquí a esta gente a ensuciarlo todo? … No Señora, no han venido a ensuciarle nada sino a comer pues es Navidad… Se guardará usted de volver a traer aquí a los pobres; eso lo podrá hacer cuando la casa sea suya. Yo muy apenada acudí al Señor y Él me dijo: Esperanza, donde no pueden entrar los pobres no entres tú; ¡Fuera de esa casa!... Señor ¿a dónde voy? (Exhort. 15.08.66)

Dios la llamaba, como a Santa Teresa, no a una vida tranquila y regalada o a una congregación cómoda y rutinaria, sino a una contemplación sublime y a una caridad solícita.

Las Esclavas y los Pobres

La noche de Navidad de 1930, en un minúsculo piso de la calle de Velázquez, en Madrid, con el apoyo económico de la condesa de Fuensalida, y la asistencia espiritual del sacerdote Esteban Ecay, Madre Esperanza de Jesús puede emitir sus votos con unas pocas Hermanas que la han seguido en la naciente Congregación de Esclavas del Amor Misericordioso. Pobres como Jesús en Belén, comen sopa de berzas, duermen en el suelo, apoyando la cabeza en el único colchón que tienen … y desbordan alegría y entusiasmo.

Los niños serán los primeros beneficiarios y también los pobres, los ancianos y los sacerdotes. Y sin embargo, la incomprensión, la oposición y la persecución seguirán acechando. Seguirá el rosario de pruebas que marcan la especial presencia de Dios en las almas realmente grandes. El Obispo de Madrid, niega su bendición y aprobación y ordena y manda que nadie la ayude y colabore con ella.  No teniendo permiso para tener el Santísimo en la capilla, durante 30 años, niñas y religiosas desfilaban cada mañana hasta la parroquia más próxima.

Con gran espíritu creativo y una incansable actividad, ayudada por la Providencia y por las mediaciones humanas, entre las que cabe destacar a su gran benefactora y amiga del alma Mª Pilar de Arratia, abre en poco tiempo en España 12 casas para niños pobres y necesitados, para ancianos y para enfermos que son atendidos incluso a domicilio. Se trata de las comunidades de Madrid, Alfaro, Bilbao, Larrondo, Colloto, Hecho, Ochandiano, Menagarai, Santurce, Sestao, San Sebastián y Villava.

Madre Esperanza dice que en la puerta de todas estas casas se debería poder leer: “Llamad los pobres que se os socorrerá, llamad los afligidos que se os consolará, llamad los enfermos que se os asistirá, llamad los huérfanos y en las Esclavas del Amor Misericordioso hallaréis madres” (Circular 06.07.41)

Las Terribles Guerras

La actividad continua, aún más intensa, cuando en 1936 se desencadena la guerra civil en España con todos los dramas que trae consigo. En esa época hace su primer viaje a Roma, acompañada de la fidelísima Pilar de Arratia, para dar comienzo, también allí, a un trabajo generoso entre los pobres de la periferia romana, en la via Casilina.

Desde allí tiene que defenderse ante el Santo Oficio de acusaciones y difamaciones sobre su persona y sobre la Congregación recién nacida. Pilar es un ángel defensor, su confidente y su mejor apoyo en este momento entre los más duros de su vida.

Estando en Roma, estalla la segunda guerra mundial, entre las bombas y las amenazas de los alemanes, con las Hermanas acoge niños, esconde prófugos sin miramientos ideológicos, cura los heridos de los bombardeos, da de comer a millares de obreros y necesitados en mesas improvisadas, consuela a todos.

La actividad caritativa en Roma adquirió cotas difícilmente creíbles. Otra vez comida milagrosa en cantidades industriales para los pobres, la gente que acude a millares a escudarse con el cuerpo de la Madre cuando la alarma amenaza bombardeos y esta mujer española que saca aguja e hilo y un cubo de agua limpia y lava vísceras, cose heridas, recompone cuerpos mutilados, promete con energía supervivencia y recuperación.

En agosto de 1944 muere Pilar, dejando un vacío enorme en su vida. Una vez superado este duro momento, reanuda las actividades, los viajes, las nuevas iniciativas. La posguerra es dura, tanto en Italia como en España; muchas son las heridas por curar y ella trabaja, anima, y organiza con un ritmo incansable. Para el Año Santo de 1950 está ultimada la casa generalicia de Roma para acoger a los peregrinos del mismo año y de los sucesivos. Van naciendo una tras otra, nuevas fundaciones en Italia: Todi, Gubbio, Pavia, Genova, Vazzola, Borsea, Francenigo, Perugia, Rieti, Colfosco, Fratta Todina.

Los Hijos y el Santuario

El 24 de febrero de 1951 anota de nuevo: “El Buen Jesús me ha dicho… que ha llegado el momento de realizar la fundación de la Congregación de los Hijos de sus Amor Misericordioso, y que el primero de estos será Alfredo di Penta” Tras el consabido susto del principio, Alfredo aceptó con ilusión los planes del Señor. A edad avanzada tuvo que ir a estudiar al seminario de Viterbo, y a pesar de que no fue fácil unos años más tarde el Santuario de Collevalenza albergó su primera Misa cantada.

El 15 de agosto de 1951 en la capilla de las Hermanas en Roma hacían sus primeros votos los primeros tres Hijos del Amor Misericordioso. Y tres días después, el 18 de agosto, se establece con ellos y algunas Hermanas en Collevalenza, un pueblecito de la Umbria italiana.

El bagaje, el de siempre: mucha fe, una enorme ilusión y la firme disposición de seguir las indicaciones del Señor hasta el fin del mundo si fuera preciso. Cuántas veces le habrá preguntado al Señor: “¿Por qué me has traído hasta aquí?” Hoy está todo claro.

Era un pueblo que no llegaba a los mil habitantes, la mayoría diseminados en caseríos, famoso en la comarca por un bosquecillo de robles "Roccolo", donde los cazadores se hartaban de coger pájaros con sus redes. Ahí le dio Jesús la primera explicación: “Esperanza, transformaremos este “roccolo” en lugar de captación de almas. Llegarán a venir a bandadas, más numerosas que estos pajarillos. Aquí tienen que aprender a conocerme mejor”.

Una sola Familia

La nueva Congregación de los Hijos tiene como fin principal la unión con los sacerdotes del clero diocesano, para salir al encuentro, juntamente con ellos, de todas las pobrezas de los hombres, con un corazón misericordioso. Se van extendiendo por todo el mundo junto a las Esclavas de Amor Misericordioso. En el corazón de la Madre Esperanza las dos Congregaciones de las EAM y los FAM constituyen una sola Familia, estructurada en seis ramas que quieren abrazar todos los campos en los que se puede manifestar la misericordia del Señor. “Estas dos Congregaciones son una misma cosa, con el mismo titular, el ejercicio de la caridad sin límites e hijos de la misma Madre” (Costumbres FAM, II, Cap. 15).

Vivid, hijos míos, siempre unidos como una fuerte piña, unidos siempre para santificaros, para dar gloria al Señor y para hacer el bien a cuantos con vosotros traten” (Exhort.).

El Crucifijo

Expresión plástica, fiel retrato y compendio teológico del Amor Misericordioso es el bellísimo crucifijo que se venera en el Santuario de Collevalenza. Está su origen envuelto en un bonito misterio. El judío que la madre presentó para que posase…, demasiado parecido a Jesús. Coullaut Valera puede estar orgulloso con su obra. Estuvo algunos años en la capilla del colegio de Larrondo en tierras bilbaínas. Ahora es el eje, corazón y centro del santuario de Collevalenza. Es eso, el Amor Misericordioso, precisamente.

Un Jesús vivo, en postura erecta y digna, con los ojos cargados de serenidad y cariño mirando al Padrepara recordarle su oblación voluntaria y eficaz: “ Padre, no se lo tengas en cuenta; que no saben lo que hacen”. Están cuidados hasta los últimos detalles: el letrero trilingüe, la rozadura de la soga en el cuello, cada gota de sangre. La palabra latina “Charitas” en el corazón lo suficientemente elocuente, como la corona que recuerda su realeza connatural. Una gran Hostia blanca en el dorso nos está recordando que el sacrificio de Jesús se perpetua en la Eucaristía y el titulo en castellano lo resume todo: “El Amor Misericordioso”.

Con los brazos abiertos

Collevalenza es el lugar donde Madre Esperanza transcurre los últimos treinta años de su vida, alternando, en los primeros tiempos, los trabajos del Santuario y edificios anexos, con frecuentes viajes a las comunidades que van creciendo. En este momento cumbre de su vida dice de sí misma que se siente como una flauta que difunde la melodía de la misericordia, como un paño de lágrimas, o como la portera del Buen Dios que abre los brazos a todos para acercarlos a su corazón de Padre.

Nunca quería ser la protagonista. Siempre se consideraba un mero instrumento del Señor, y jamás se atribuía las maravillas que por su medio Dios operaba. Era Jesús el autor, el protagonista de Collevalenza; ella un simple instrumento en las manos de la Providencia.

Siempre con los brazos abiertos para acoger a tantas personas que llegaban para encontrase con el Amor Misericordioso y la Madre como buena portera atendía uno por uno. La afluencia de gente no hacía más que crecer hasta que se tuvo que poner un orden a la avalancha de fieles, establecer reservas, encargar a una religiosa el orden y el despacho de la correspondencia.

La Madre Esperanza te recibía con la nobleza de una hidalga española- escribe un italiano- siempre de pie, apoyada un poco con una mano al borde de la mesa, ya que la salud no colaboraba; te escuchaba atentamente, te miraba con aquella mirada suya penetrante, te levantaba el ánimo, te encomendaba rezar al Amor Misericordioso, prometiendo hacer ella lo mismo. Y lo hacía. A veces gran parte de la noche la dedicaba a orar ante el crucifijo por cada uno de los que habían pasado ese día a hablar con ella.

Un peregrino herido

El 22 de Noviembre de 1981, el papa Juan Pablo II hace su primera salida del Vaticano después del sangriento atentado del 13 de Mayo del mismo año en la Plaza de San Pedro, y va, como peregrino aún convaleciente, para dar gracias al Amor Misericordioso. El Papa dijo: “Hemos venido en visita a este santuario porque a la misericordia de Dios somos deudores de nuestra salud”.

Conocía a la Madre desde que había sido Obispo de Cracovia, y había ido dos veces a verla y hablar con ella. La encontró de nuevo, pero esta vez en una silla de ruedas. Se acercó a ella, se inclinó y le depositó un beso en la frente.

Ni que se hubiera concebido para traérsela en homenaje. Ese mismo año el papa había promulgado la encíclica "Dives in Misericordia", que recogía, analizaba, estudiaba y proclamaba al mundo que Dios es rico en misericordia, un Padre bueno, el Amor Misericordioso, lo que la Madre había vivido y anunciado durante toda su vida. El Papa dijo en Collevalenza: “Este año publiqué la encíclica Dives in Misericordia. Esta circunstancia me ha hecho venir hoy al Santuario del Amor Misericordioso. Con esta presencia quiero reafirmar, en cierto modo, el mensaje de esta encíclica… Desde el comienzo de mi ministerio en la sede de San Pedro en Roma, he considerado este mensaje como mi tarea particular”.

Infancia y juventud

Ángela Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres nació en Sevilla el 30 de enero de 1846. Hija de padres honrados y pobres.

Su padre José Guerrero había venido a Sevilla, de Grazalema, pueblo de la serranía de Ronda, entre aquellas hondadas de emigrantes a las grandes ciudades en busca de mejor colocación, que suelen acompañar al desarrollo de la civilización industrial.

Casado en Sevilla con la joven Josefa González, cuyos padres eran procedentes de Sevilla (Arahal y Zafra). Los dos esposos llegaron a tener hasta catorce hijos, de los cuales solo seis, tres hijos y tres hijas, sobrevivieron hasta edad adulta. Ambos trabajaban para el convento de los Padres Trinitarios, poco distante de la calle Santa Lucía, 13 donde ellos tenían su casa cuando nació Angelita. El padre hacía de cocinero y la madre lavaba, cosía y planchaba la ropa de los frailes. La niña fue bautizada en la parroquia de Santa Lucía, el 2 de febrero con el nombre de María de los Ángeles, pero para los que la conocen será siempre Angelita.

El padre, hombre aficionado a la lectura de libros piadosos, se hizo querer y respetar de sus hijos. En el barrio tenía buena estimación. Llevará consigo a la niña, aún pequeña, a los rosarios de la aurora. La madre bondadosa, vivaracha, imaginativa, como buena sevillana, trabajadora y limpia, tenía a su cuidado un altar de la parroquia, lo cual facilitará a la niña Angelita entrar con frecuencia en la iglesia y postrarse a los pies de la Virgen de la Salud, donde la encontraban de niña rezando de rodillas.

En su casa aprendió los buenos ejemplos de piedad, pero también el celo de su madre, que cuidaba con sus pocos recursos que fueren bautizados cuanto antes los niños pobres del barrio, haciendo de madrina de muchos. En una habitación de la casa ponía un altar a la Virgen en el mes de mayo, y allí se rezaba el rosario y se obsequiaba particularmente al Virgen.

Su padre murió pronto. Sin embargo la madre llegara a ver la obra de su hija, y las Hermanitas de la Cruz la llamaran con el dulce nombre de "la abuelita" y quedaran admiradas de las muchas virtudes que florecían en el jardín de su alma. Ella supo trasplantarlas al jardín del alma de su hija Ángela. Se dice que un día, siendo aun muy pequeña, desapareció y todos la buscaron. Todos menos su madre que enseguida adivinó donde estaba: en la iglesia. Allí la encontraron rezando y recorriendo los altares. Ya mayor dirá: "Yo, todo el tiempo que podía, lo pasaba en la iglesia, echándome bendiciones de altar como hacen las chiquillas".

Angelita fue siempre bajita, vivaz y expresiva. A los ocho años hizo su primera comunión. A los nueve fue confirmada. asistiendo pocos años a la escuela, como era habitual por aquel entonces entre las niñas pertenecientes a su clase social, aprendió los elementos de gramática, cuentas, leer y escribir lo suficiente para comunicarse. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. Ya de joven, nadie osaba hablar mal o pronunciar blasfemias en su presencia. Si hablaban algo menos puro, al verla llegar, decían, cambiando de conversación: "Callad, que viene Angelita".


Llegada a la edad de poder trabajar sus padres la colocaron como aprendiz en un taller de zapatería desde los 12 años para contribuir a la economía familiar, allí permaneció hasta los 29 de forma casi ininterrumpida, con todas las garantías para que en el mundo del trabajo no perdiera su inocencia y virtud cristiana. La maestra de taller doña Antonia Maldonado, era dirigida espiritual del canónigo don José Torres Padilla, que tenía en Sevilla fama de preparar santos, le llamaban "el santero" por el tipo de personas que con él se confesaban y dirigían. Con él pondrá en contacto doña Antonia a la ferviente discípula Angelita Guerrero. Allí se organizaba el rezo del rosario entre las empleadas diariamente y se leían las vidas de santos. 

Cuando Angelita conoció al Padre Torres Padilla tenía 16 años. Tres años después pedirá su entrada como lega en el convento de las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz. No la consideraron con la salud y energías físicas suficientes para los trabajos de lega y no la admitieron en el convento.

De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares pobres que visita.

Por aquel tiempo se declaró la epidemia de cólera en Sevilla y Angelita tuvo ocasión, bajo la dirección del Padre Torres, de emplearse con generosa entrega al servicio de los pobres enfermos hacinados en los corrales de vecindad, las victimas más propicias de esa enfermedad. Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a monja". 

Vocación

Sus deseos de vivir sólo para Dios y para el servicio, en una consagración total de su persona en la vida religiosa aumentaban.

Bajo el consejo del Padre Torres intentó hacer el postulado en el hospital de las Hijas de la Caridad de Sevilla. Lo comenzó en el año 1868. Y, aunque su salud era precaria, las religiosas hicieron esfuerzos por conservarla, procurando enviarla a Cuenca y a Valencia para ver si se fortalecía. 

Siendo novicia, tuvieron que enviarla a Sevilla para probar de nuevo con sus aires natales; pero todo fue inútil, sus vómitos frecuentes no le permitían retener la comida. Tuvo que salir del noviciado. Y, lo más doloroso para ella es que todo esto sucedía cuando su director, el Padre Torres, se encontraba en Roma, como consultor teólogo del Concilio Vaticano I. 

En su casa la acogieron de nuevo con gran cariño, y en poco tiempo el señor permitió que recobrar su salud. También volvió al taller de zapatería.

Regresó pronto el Padre Torres, al tener que suspenderse el Concilio en 1870. también él la acogió con todo cariño y continuo guiándola por los caminos difíciles por los que dios quería conducirla. Ambos preveían que Dios la quería para algo que no adivinaban aún.

El 1 de noviembre de 1871 Angelita prometió en un acto privado , a los pies de Cristo en la Cruz, vivir conforme a los consejos evangélicos.

En 1873 tendrá la visión fundamental que le definirá su carisma en la Iglesia: subir a la Cruz, frente a Jesús, del modo más semejante posible a una criatura para ofrecerse víctima por la salvación de sus hermanos los pobres. Bajo la guía y mano firme de su director espiritual, irá recibiendo de Dios los caracteres específicos del Instituto que dios deseaba por su medio inaugurar en la Iglesia:

La Compañía de las Hermanas de la Cruz.

Ella siguió trabajando en el taller como "zapaterita", a la vez que, por encargo de su padre espiritual, dedicaba su tiempo libre a recoger las luces que Dios le daba sobre su vocación y futuro Instituto, hasta que recibió la orden de dejar el taller y dedicar todo su tiempo a la fundación.

 

Carisma

Viendo que no podía ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos religiosos. Un billete de 1º de noviembre de 1871 nos revela que "María de los Ángeles Guerrero, a los pies de Cristo Crucificado" promete vivir conforme a los consejos evangélicos: Ya que le ha fallado ser monja en el convento, será monja fuera. Dos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús.

De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.

Ángela comienza a afirmarse en una idea que le ha venido con fuerza: "hay que hacerse pobre con los pobres".

Su alma caminó de claridad en claridad, a través de las pruebas interiores más terribles, apoyada en la clarividencia y firmeza de su director, hasta las cumbres del desposorio espiritual con Cristo. El 22 de marzo de 1873 comienza a descubrir con nitidez su carisma personal de ser ante Dios y la Iglesia Ángela de la Cruz.

Tuvo una visión del Calvario con dos cruces, una frente a la otra y muy cerca. En una estaba Jesús crucificado. Se sintió llamada por Él, en la otra: con unos deseos tan vivos y un ansia tan vehemente y un consuelo tan puro, que no me quedaba duda que era Dios quien me invitaba a subir a la cruz. De ahí en adelante, no volverá atrás en la dirección indicada por esa gracia: la pobreza, el desprendimiento de todo lo terreno a imitación de san Francisco, y la santa humildad , característica más típica, traducida en humillación: Que no haya otro estado tan bajo, tan despreciable, tan humillante, al que yo no pertenezca, y eso hasta después de su muerte.

Había encontrado el tesoro, que se le descubrirá como la voluntad de Dios, de crear un Instituto de victimas que se quieran unir a Jesús en la Cruz por la salvación de sus hermanos los pobres.

Las luces y gracias recibidas de Dios en ese tiempo, le fueron descubriendo no sólo el espíritu del nuevo Instituto, sino también, con luces y energías espirituales extraordinarias, en la historia de la espiritualidad, los caracteres que convenían a sus casas, a sus capillas, portería, dormitorio y hasta la distribución ordinaria del tiempo en sus comunidades.

Se le descubría la necesidad de rebatir con la vida de estas nuevas religiosas la corrupción de su siglo. Los librepensadores del tiempo piensan en las religiosas como en gente que no quiere trabajar y buscan una vida cómoda; y de las que se dedican a la caridad, no saben sino mandar sin que a ellas les falte nada. La regla de estas religiosas había de demostrar con el ejemplo que por sólo amor de Dios, se abrazan con todo lo contrario.

Había de reunir en una sola vida: la penitencia de los Padres del desierto con la caridad de san Vicente de Paul; la contemplación y pobreza de la más oculta religiosa con la vida laboriosa de quien trabaja para aumentar el socorro de los pobres.

Pensaba en jóvenes, desprendidas de todo lo terreno hasta de ellas mismas, sin nada terreno más que la ropa puesta y ésta de limosna: sin flores ni estampas ni ninguna clase de animalitos, para que en nada pueda apegarse el corazón; ocultas y desconocidas y sin ninguna apariencia que las haga especiales; una comunidad de vida extraordinaria por su penitencia, obediencia y mortificación en todo.

"De oración continua a imitación de los ángeles, que bajan del cielo para aliviar a sus hermanos los hombres sólo cuando Dios se lo manda. Silenciosas por las calles, lo único que debería distinguirlas es la modestia, compostura y dulzura con que habían de tratar a todos". El Instituto ayer y hoy.

En la casa había de reinar un profundo silencio, con sus paredes blancas y toda muy limpia. En el corredor ningún mueble más que de trecho en trecho un cuadrito sencillo con la estación del Vía Crucis.

El ajuar basto y limpio. Todo había de ayudar y convidar a la oración, la desprendimiento de todo, sugerir la limpieza de cuerpo y de espíritu, predicar la pobreza con solo su estilo y el seguimiento de Cristo crucificado.

Veía a las Hermanas como ángeles volar con diligencia a la asistencia de los pobres enfermos a domicilio, para evitarles el desconsuelo de verse abandonados, o apartados de la familia, porque no tienen quien se ocupe de ellos.

En invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17 de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los hombres.

 

 

Últimos días

A los 85 años de edad, en junio de 1931, se presentaron los primeros síntomas de su última enfermedad.

Tuvo una embolia cerebral gravísima. En julio perdió el habla y, después de nueve meses clavada en la cruz, la muerte le sorprendió con las manos llenas de amor, pero vacías de entregar a los demás su vida hecha dulzura, milagro cotidiano de luz. A las tres menos veinte de la madrugada del día 2 de marzo de 1932, desde su tarima alzó el busto, levantó los brazos hacia el cielo, abrió los ojos, esbozó una dulce sonrisa, suspiró tres veces y se apagó para siempre, cayendo recostada sobre su tarima. Su espíritu ya estaba desde hace tiempo en las manos del señor.

Sus hijas espirituales se han transmitido como testamento sus últimas palabras que habían sido: 

"No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera......"



Pero hacía ya tiempo que había escrito para sí misma con toda autenticidad:

La nada calla, la nada no se disgusta , la nada todo lo sufre... la nada no se impone, la nada no manda con autoridad, la nada en fin en la criatura es la humildad práctica

Había vivido particularmente iluminada como maestra en la práctica de la virtud.

Personas de todas las clases sociales rindieron homenaje a la hoy Santa, por privilegio del Gobierno de la Segunda República Española, fue sepultada en la cripta de la Casa Madre en Sevilla. Dos días después el Ayuntamiento republicano de la ciudad de Sevilla, presidido por el alcalde don José González Fernández de Lavandera, decidió por unanimidad que constase en acta el sentimiento de la Corporación por la muerte de la religiosa y decidió se rotulase con su nombre la entonces llamada calle Alcázares, donde estaba y continúa el convento. Esta decisión tiene gran importancia, si tenemos en cuenta las ideas anticlericales imperantes en la época.


Capilla ardiente de Sor Ángela de la Cruz el 2 de Marzo de 1932 situado en la Casa Madre donde los sevillanos acudieron en masa a llorarla a una mujer que ya en vida fue considerada Santa.

 

Madre Teresa de Calcuta

(Agnes Gonxha Bojaxhiu; Skopje, actual Macedonia, 1910 - Calcuta, 1997) Religiosa albanesa nacionalizada india, premio Nobel de la Paz en 1979. Cuando en 1997 falleció la Madre Teresa de Calcuta, la congregación de las Misioneras de la Caridad contaba ya con más de quinientos centros en un centenar de países. Pero quizá la orden que fundó, cuyo objetivo es ayudar a "los más pobres de los pobres", es la parte menor de su legado; la mayor fue erigirse en un ejemplo inspirador reciente, en la prueba palpable y viva de cómo la generosidad, la abnegación y la entrega a los demás también tienen sentido en tiempos modernos.


La Madre Teresa de Calcuta

Nacida en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre despertó en Agnes la vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad de asistencia a los necesitados. Conmovida por las crónicas de un misionero cristiano en Bengala, a los dieciocho años abandonó para siempre su ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar.

Apenas hechos los votos pasó a Calcuta, la ciudad con la que habría de identificar su vida y su vocación de entrega a los más necesitados. Durante casi veinte años ejerció como maestra en la St. Mary's High School de Calcuta. Sin embargo, la profunda impresión que le causó la miseria que observaba en las calles de la ciudad la movió a solicitar a Pío XII la licencia para abandonar la orden y entregarse por completo a la causa de los menesterosos. Enérgica y decidida en sus propósitos, Santa Teresa de Calcuta pronunció por entonces el que sería el principio fundamental de su mensaje y de su acción: "Quiero llevar el amor de Dios a los pobres más pobres; quiero demostrarles que Dios ama el mundo y que les ama a ellos".

En 1947, como culminación de aquella dilatada lucha liderada por Gandhi, la India alcanzó la independencia. Un año después, Teresa de Calcuta obtuvo la autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres. Mientras estudiaba enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna, Teresa de Calcuta abrió su primer centro de acogida de niños. En 1950, año en que adoptó también la nacionalidad india, fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, cuyo pleno reconocimiento encontraría numerosos obstáculos antes de que Pablo VI lo hiciera efectivo en 1965.


Teresa de Calcuta

Al tiempo que su congregación, cuyas integrantes debían sumar a los votos tradicionales el de dedicarse totalmente a los necesitados, abría centros en diversas ciudades del mundo, ella atendía a miles de desheredados y moribundos sin importarle si profesaban el cristianismo u otra religión: "Para nosotras no tiene la menor importancia la fe que profesan las personas a las que prestamos asistencia. Nuestro criterio de ayuda no son las creencias, sino la necesidad. Jamás permitimos que alguien se aleje de nosotras sin sentirse mejor y más feliz, pues hay en el mundo otra pobreza peor que la material: el desprecio que los marginados reciben de la sociedad, que es la más insoportable de las pobrezas."

En concordancia con esta palabras, Santa Teresa de Calcuta convirtió en el premio de una rifa un coche descapotable que le dio el papa Pablo VI durante su visita a la India en 1964 (regalo a su vez de la comunidad católica) y destinó los fondos recaudados a la creación de una leprosería en Bengala; posteriormente convencería al papa Juan Pablo II de abrir un albergue para indigentes en el mismo Vaticano.

El enorme prestigio moral que la Madre Teresa de Calcuta supo acreditar con su labor en favor de "los pobres más pobres" llevó a la Santa Sede a designarla representante ante la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas celebrada en México en 1975 con ocasión del Año Internacional de la Mujer, donde formuló su ideario basado en la acción por encima de las organizaciones. Cuatro años más tarde, santificada no sólo por aquellos a quienes ayudaba sino también por gobiernos, instituciones internacionales y poderosos personajes, recibió el premio Nobel de la Paz.

Teresa de Calcuta: "El trabajo que hacemos no tiene nada de heroico. Cualquiera que tenga la gracia de Dios puede hacerlo."

Consciente del respeto que inspiraba, el papa Juan Pablo II la designó en 1982 para mediar en el conflicto del Líbano, si bien su intervención se vio dificultada por la complejidad de los intereses políticos y geoestratégicos del área. Desde posiciones que algunos sectores de opinión consideraron excesivamente conservadoras, participó vivamente en el debate sobre las cuestiones más cruciales de su tiempo, a las que no fue nunca ajena. Así, en mayo de 1983, durante el Primer Encuentro Internacional de Defensa de la Vida, defendió con vehemencia la doctrina de la Iglesia, conceptiva, antiabortista y contraria al divorcio.

En 1986 recibió la visita de Juan Pablo II en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón Puro, fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. En el curso de los años siguientes, aunque mantuvo su mismo dinamismo en la lucha para paliar el dolor ajeno, su salud comenzó a declinar y su corazón a debilitarse. En 1989 fue intervenida quirúrgicamente para implantarle un marcapasos, y en 1993, tras ser objeto de otras intervenciones, contrajo la malaria en Nueva Delhi, enfermedad que se complicó con sus dolencias cardíacas y pulmonares.

Finalmente, tras superar varias crisis, cedió su puesto de superiora a sor Nirmala, una hindú convertida al cristianismo. Pocos días después de celebrar sus 87 años ingresó en la unidad de cuidados intensivos del asilo de Woodlands, en Calcuta, donde falleció. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India para despedir a la Santa de las Cloacas. Seis años después de su muerte, en octubre de 2003, y coincidiendo con la celebración del 25º aniversario del pontificado de Juan Pablo II, la Madre Teresa de Calcuta fue beatificada en una multitudinaria misa a la que acudieron fieles de todas partes del mundo. A finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de 2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa Francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de Calcuta, cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico, se celebró por primera vez al día siguiente.

Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una intensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (1859).

Fecha de canonización: 31 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.

Breve Biografía

 

Uno de los santos más populares en los últimos tiempos ha sido San Juan Vianney, llamado el santo Cura de Ars. En él se ha cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes".

Era un campesino de mente rústica, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público sulreligión. La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a escondidas, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.

Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoléon mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue nuestro biografiado. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del gurpo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré a donde debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.

Y al llegar a un pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde que era muy bondadoso escondió al joven en su casa, y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco, cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor el emperador Napoleón dio un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Vianney pudo volver otra vez a su hogar.

Trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante No se le queda nada". Y lo echaron.

Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades. El año siguiente, recibió el sacramento de la confirmación, que le confirió todavía mayor fuerza para la lucha; en él tomó Juan María el nombre de Bautista.

El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba Pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.

Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que fuera ordenado de sacerdote.

Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? - Ellos le repondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado de sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".

Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador.

Unos curitas muy sabios habían dicho por burla: "El Sr. Obispo lo ordenó de sacerdote, pero ahora se va a encartar con él, porque ¿a dónde lo va a enviar, que haga un buen papel?".

Y el 9 de febrero de 1818 fue envaido a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. Su antecesor dejó escrito: "Las gentes de esta parroquia en lo único en que se diferecian de los ancianos, es en que ... están bautizadas". El pueblucho estaba lleno de cantinas y de bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará todo.

El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su desarrapada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y los bailaderos están repletos de gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí si que enfoca toda la artillería de sus palabras contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las que el diablo quiere perderlos.

Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso muchas gentes se dedican a criticarlo. El Sr. Obispo envía un visitador a que oiga sus sermones, y le diga que cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve trayendo noticias malas y buenas.

El prelado le pregunta: "¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney? - Sí, Monseñor: Tiene tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo". - ¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones? - pregunta Monseñor-. "Si, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes".

El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los otros tres defectos".

Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo. Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar, encomendándo al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar.

Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuantas almas le quitaba este curita tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación . Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó: "Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría llevado al abismo".

Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jovenes dijeron que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él lo tomaba con toda calma y con humor y decía: "Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches". Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.

Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio". Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y no nuestra vana ciencia que nos infla y nos llena de tonto orgullo.

Tenía que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.

Desde 1830 hasta 1845 llegaron 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de Francia a confesarse con el humilde sacerdote Vianney. El último año de su vida los peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil. Junto a la casa cural había varios hoteles donde se hospedaban los que iban a confesarse.

A las 12 de la noche se levantaba el santo sacerdote. Luego hacía sonar la campana de la torre, abría la iglesia y empezaba a confesar. A esa hora ya la fila de penitentes era de más de una cuadra de larga. Confesaba hombres hasta las seis de la mañana. Poco después de las seis empezaba a rezar los salmos de su devocionario y a prepararse a la Santa Misa. A las siete celebraba el santo oficio. En los últimos años el Obispo logró que a las ocho de la mañana se tomara una taza de leche.

De ocho a once confesaba mujeres. A las 11 daba una clase de catecismo para todas las personas que estuvieran ahí en el templo. Eran palabras muy sencillas que le hacían inmenso bien a los oyentes.

A las doce iba a tomarse un ligerísimo almuerzo. Se bañaba, se afeitaba, y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con las limosnas que la gente había traido. Por la calle la gente lo rodeaba con gran veneración y le hacían consultas.

De una y media hasta las seis seguía confesando. Sus consejos en la confesión eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin decir. Era fuerte en combatir la borrachera y otros vicios.

En el confesionario sufría mareos y a ratos le parecía que se iba a congelar de frío en el invierno y en verano sudaba copiosamente. Pero seguía confesando como si nada estuviera sufriendo. Decía: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo". Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.

Por la noche leía un rato, y a las ocho se acostaba, para de nuevo levantarse a las doce de la noche y seguir confesando.

Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa. Se cerraron muchas cantinas y bailaderos.

En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan santo. Cuando él llegó a esa parroquia la gente trabajaba en domingo y cosechaba poco. Logró poco a poco que nadie trabajara en los campos los domingos y las cosechas se volvieron mucho mejores.

Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildisima pidiendole perdón por todo, como si el hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército". Y Dios premió su humildad con admirables milagros.

El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.

Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925.

 

San Juan María Vianney

Modelo de Perseverancia

¿Alguna vez te has sentido desanimado por no lograr lo que quieres?... O ¿has pensado que lo que necesitas hacer es casi imposible?...

¿Qué sentirías después de reprobar dos veces el mismo examen?... o ¿hablarle de Dios a un amigo al que no le interesa saber nada de Él?

Esas cosas que nos parecen imposibles de hacer, nos retan a “perseverar” para lograrlas. Y eso es lo que hizo San Juan María Vianney, también conocido como el Cura de Ars. San Juan María tuvo que superar muchos obstáculos antes de ser ordenado sacerdote. También tuvo que orar muchísimo antes de ver que el pueblo de Ars regresara a Misa… y por si esto fuera poco, llegó a estar hasta 16 horas diarias sentado, ¡confesando a miles de peregrinos! Bueno, y ¿cómo fue que San Juan María pudo lograr estas cosas tan extraordinarias?

Déjame contarte su historia… Juan María Vianney nació en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786.

Su familia era campesina, así que Juan María creció trabajando en el campo y cuidando rebaños. Cuando él era niño, empezó la Revolución Francesa; y pocos años más tarde, los católicos practicantes eran perseguidos y amenazados con la pena de muerte. Muchos tenían que ir a Misa a escondidas y los sacerdotes tenían que disfrazarse para que no los reconocieran. Por esta razón, Juan María tuvo que hacer su Primera Comunión en su casa.

Su familia y amigos simularon que descargaban bultos de heno para alimentar al ganado, tapando las ventanas de la casa para que nadie se diera cuenta. ¡Qué valiente el sacerdote que arriesgó su vida para traerles a Jesús Eucaristía! ¡Qué impacto tan grande habrá tenido este testimonio en el pequeño Juan María!

Juan María se conmovió tanto ese día, que no pudo evitar llorar de la emoción, pues amaba mucho a nuestro Señor Jesús… Cuando cumplió los diecisiete años, su gran deseo era ser sacerdote… a su madre le llegó a decir: “Si soy sacerdote, podría ganar muchas almas para Dios”.

Pero aquí es donde empezaron sus problemas. A su papá no le gustó nada la idea de que fuera sacerdote, pues necesitaba su ayuda en el campo… Juan María tuvo que esperar pacientemente dos años antes de que su papá lo apoyara. Por fin, a los veinte años, Juan María empezó sus estudios para sacerdote en la escuela de la ciudad de Ecculy, a cargo del Padre Balley. Estando en la escuela, a Juan María se le hizo muy difícil estudiar. Sus maestros decían: “Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante ¡no se le queda nada!” ¡Pobre Juan María! ¡Qué desanimado se habrá sentido! “No logro guardar nada en esta mala cabeza”- él mismo decía.

Con mucha tristeza, decidió regresar a su casa… pero Dios tenía otro plan para él… el Padre Balley, vio su gran vocación y se ofreció a ayudarle. Juan María estudió con el Padre Balley por tres años para prepararse para el examen que tenía que presentar en el seminario….y cuando todo parecía que iba muy bien, le dieron la noticia de que ¡no había pasado el examen! ... En ese tiempo era requisito saber Latín para ser sacerdote y Juan María, desafortunadamente, no logró aprenderlo…

¿Qué harías tú si te pasara algo así?... ¿Lo intentarías de nuevo?... ¿Crees que Juan María se rindió?...

El Padre Balley se dio cuenta del gran amor a Dios y del gran deseo de ser sacerdote que Juan María tenía, que hizo todo lo posible para recomendarlo con el Sr. Obispo, el cual, finalmente dijo – ”…que sea ordenado sacerdote, pues aunque le falten conocimientos, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás”.

¡Por fin! Juan María fue ordenado sacerdote el 13 de agosto de 1815. Había logrado su mayor anhelo: ¡ser un sacerdote de Dios! Este gran deseo y su gran amor a Jesús Eucaristía, le ayudó a perseverar y a salir adelante a pesar de sus dificultades para el estudio y los obstáculos que se le presentaban…y ¡quién iba a decir que él, sería más tarde, el sacerdote más conocido de su tiempo!!

Después de trabajar tres años con el Padre Balley como su asistente, lo mandaron al pueblo más pobre y aislado de Francia: Ars. El Padre Vianney tuvo que caminar 38 km desde Ecculy para llegar ahí…¡es como si tú caminaras 95 canchas de futbol, una tras otra!

En su viaje, como no sabía como llegar, le pidió a un pastorcito que se encontró por el camino que le indicara dónde estaba Ars. Después de mostrárselo, el Padre Vianney le dijo: "Tú me has enseñado el camino a Ars, y yo te enseñaré el camino al cielo"… ¡Qué hermosas palabras tan alentadoras!... Hoy, en Ars, hay una estatua que recuerda este momento tan especial.

Cuando llegó al pueblo de Ars, ¿qué crees que encontró?... Vio que a la mayoría de la gente le gustaba divertirse bailando y tomando y que no se acercaban a las cosas de Dios. A Misa sólo asistía un hombre y algunas mujeres. ¿Tu crees que un sacerdote con poca experiencia y con poca capacidad para el estudio pudiera ayudar a este pueblo tan indiferente a Dios?...

Pues el santo Cura de Ars no se dejó desanimar por eso; más bien, se decidió a entregar su vida, por completo, por la conversión de todos ellos. La forma en que lo hizo fue: mucha oración, mucho sacrificio, y sermones muy directos que ayudaran a evitar el pecado. El Padre Vianney pasaba horas en oración, pues decía: "Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba”… y sin duda, buscar la conversión del pueblo de Ars, ¡era una gran prueba para él! Pero el amor a Dios y a su pueblo era mayor; a Dios le decía: “¡Te amo, oh Dios mío! Mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.”

También dedicaba muchas horas a la preparación de sus sermones y otras tantas frente al Santísimo para encomendarse al Señor. Y aún así, varias veces, al empezar a predicar en Misa… ¡se le olvidaba lo que había preparado!… Esto puede desanimar a muchos, pero no al Padre Vianney, no al santo Cura de Ars.

San Juan María, buscaba cualquier oportunidad para ofrecer sacrificios. Por ejemplo, dormía muy poco; a veces apenas dormía 3 horas al día… y muy seguido comía sólo patatas cocidas… Lo poco que él tenía, se lo daba a los pobres… su hermana Margarita, contó de él esta anécdota:

“Un día de invierno, el señor Balley, dijo a mi hermano: Vé a Lyon a visitar a esta señora. Es importante que te arregles bien y que te pongas los mejores pantalones. Al regresar, llevaba unos calzones destrozados. Entonces el señor Balley le preguntó qué había pasado, y contestó que había encontrado en su camino a un pobre medio muerto de frío, y movido por la compasión, le había cambiado los pantalones nuevos por sus calzones viejos y rotos"

¿Cuántos de nosotros seríamos capaces de hacer algo así? La gente empezó a ver todo lo que el Santo Cura de Ars hacía…y así, ¡empezó a hacerse popular! Tan buscado era, que hasta venían personas de otros lugares para escuchar sus sermones y confesarse con él. La gente empezó a decir que él era un santo; cosa que a él no le gustaba, porque se consideraba un pobre pecador. Cuando el Obispo se dio cuenta de esto, mandó a un mensajero para que escuchara sus sermones y le trajera un reporte de lo que estaba pasando. Al regreso, el Obispo le preguntó: -“¿Y bien, tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney?

– Sí, Monseñor, dijo el mensajero, tienen tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre hablan de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo”. – “Bueno, ¿y tienen también alguna cualidad? preguntó el señor obispo.

El mensajero contestó: -“Sí, tienen una cualidad: las personas se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes”.

Entonces el Obispo dijo: -“Pues si es así, por esta última cualidad, creo que se le puede perdonar al Cura de Ars los otros tres defectos”.

Con la visita de tantas personas, entre 300 y 400 por día, tenía que confesar durante largos ratos. Llegó a estar en el confesionario ¡hasta por 16 horas diarias! ¡En su último año de vida, se dice que llegaron a visitarle cien mil peregrinos! Estando en el confesionario, a veces sufría mareos y se le entumían las piernas. Sentía que se congelaba en el invierno y que se deshidrataba en el verano… pero nada detenía su celo por la salvación de las almas. Él quería que todos supieran que ¡Dios nos ama! Podemos decir que San Juan María, de modo heroico, ¡entregó su vida por amor, en el confesionario!

Muchas personas hicieron peregrinaciones a Ars, en vida de este santo … En esa época se hablaba de él, como nosotros hablábamos de su Santidad Juan Pablo II, el Padre Pío o la Madre Teresa de Calcuta, cuando todavía vivían. A él venían todo tipo de personas: obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes, enfermos…Todos ellos querían conocerlo…con algunos de ellos, Dios le dio el don de ver sus pecados, y, a muchos les llegó a decir los pecados que no confesaban…¡qué tranquilos y agradecidos se habrán sentido después de reconciliarse con Dios!

Y así vivió 45 años como cura de Ars. El secreto de San Juan María era “darlo todo y no conservar nada” … darlo todo por amor a Dios, su oración era:

"Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz".

Ojalá que puedas recordar estas palabras para que tú también le puedas decir a Dios, “Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto como sea capaz”.

Imagínate, este hombre al que no aceptaban para ser sacerdote, fue declarado “patrono de los sacerdotes de Francia” en 1925… y en 1929, cuatro años más tarde, fue declarado «patrono de los sacerdotes del mundo» por el papa Pío XI …

A San Juan María, nunca lo dejaron salir de Ars y él obedeció. Pero ahora, Dios quiere que todo el mundo sepa de él; Dios quiere que imitemos sus virtudes y que nos sintamos inspirados por su ejemplo.

Por eso, de 2009 al 2010, el papa Benedicto XVI declaró el “Año Sacerdotal” y escogió a San Juan María como modelo a seguir para los sacerdotes de hoy.

Recuerda la vida de San Juan María Vianney y pide su intercesión cuando sientas que no puedes lograr lo que te piden en la escuela, en tu familia o en cualquier otra circunstancia.

¡No tengas duda de que Dios, también a ti, te dará la perseverancia que necesites!

San Juan María Vianney, ¡¡ruega por nosotros!!

Nace en Ávila el 28 de Marzo de 1515, en la casa señorial de Don Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila de Ahumada. Eran 10 los hermanos de Teresa y 2 los hermanastros, pues su padre tuvo dos hijos en un matrimonio anterior.

 

Es bautizada el 4 de Abril del mismo año.

Desde muy pequeña manifestó interés por las vidas de los santos y las gestas de caballería. A los 6 años  llegó a iniciar una fuga con su hermano Rodrigo para convertirse en mártir en tierra de moros, pero fue frustrada por su tío que los descubre aún a vista de las murallas.

Juegan entonces a ser ermitaños haciéndose una cabaña en el huerto de la casa.

Reina entonces en España un espíritu de aventura y conquista: parten guerreros a Flandes, conquistadores a América, y la literatura vive de este espíritu. En manos de Teresa caen algunos de estos libros y entonces ella sueña con ser una de las damas que se acicalan y perfuman para sus galanes ilustres. El coqueteo le gusta, pues encuentra además la complicidad de sus primas y la corteja un primo suyo.

Su madre muere en 1528 contando ella 13 años, y pide entonces a la Virgen que la adopte hija suya. Sin embargo sigue siendo “… enemiguísima de ser monja,” (Vida 2,8), y al ver su padre con malos ojos su relación con su primo, decide internarla en 1531 en el colegio de Gracia, regido por agustinas, donde ella echará de menos a su primo pero se encontrará muy a gusto.

A medida que se hace mayor, la vocación religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del mundo.

Su hermano Rodrigo parte a América, su hermana María al matrimonio y una amiga suya ingresa en La Encarnación. Con ella mantendrá largas conversaciones que la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre, en 1535.

Dos años después, en 1537, sufre una dura enfermedad, que provoca que su padre la saque de la Encarnación para darle cuidados médicos, pero no mejora y llega a estar 4 días inconsciente, todo el mundo la da por muerta. Finalmente se recupera y puede volver a La Encarnación dos años despues en 1539, aunque tullida por las secuelas, tardará en valerse por sí misma alrededor de 3 años.

Muere su padre en 1544.

La vida conventual era entonces muy relajada con cerca de 200 monjas en el monasterio y gran libertad para salir y recibir visitantes. Teresa tenía un vago descontento con este régimen tan abierto, pero estaba muy cómoda en su amplia celda con bonitas vistas, y con la vida social que le permitían las salidas y las visitas en el locutorio.

En la cuaresma del año 1554, contando ella 39 años y 19 como religiosa llora ante un Cristo llagado pidiéndole fuerzas para no ofenderle. Desde este momento su oración mental se llena de visiones y estados sobrenaturales, aunque alternados siempre con periodos de sequedad.

Aunque recibe muchas visiones y experiencias místicas elevadas, es una visión muy viva y terrible del infierno la que le produce el anhelo de querer vivir su entrega religiosa con todo su rigor y perfección, llevándola a la reforma del Carmelo y la primera fundación.

Esta primera fundación será una aventura burocrática y humana con muchos altibajos: su confesor aprueba un día y reprueba otro, el Provincial apoya con entusiasmo, para luego retirarse, y el Obispo que nunca había dudado de Santa Teresa, llegado el momento titubea. En un momento parece que todo fracasa y Teresa, siempre obediente, se retira a su celda sin nada poder hacer, aunque Doña Guiomar de Ulloa y el Padre Ibáñez logran de Roma la autorización.

Por obediencia parte entonces a Toledo varios meses, para consolar a la viuda Luisa de la Cerda. Esta distancia favorecerá los progresos del monasterio de San José de Ávila, que continúan con mayor discreción, a escondidas, a pesar de los rumores. Regresará para encontrarse con el breve del Papa.

Fundado el 24 de Agosto de 1562, encuentra una terrible hostilidad, proveniente de la Iglesia que ve ninguneada su autoridad, se alzan algunas voces pidiendo el derribo del nuevo convento, toda la ciudad está alborotada, y Teresa debe abandonarlo dejando a las cuatro novicias solas, para volver a su celda de La Encarnación. Sólo se podrá incorporar un año después de su fundación, dejando la celda amplia y las comodidades de La Encarnación por las estrecheces de San José de Ávila, pequeño y austero hasta el extremo.

Por mucho tiempo parece que la fundación de la nueva orden tendría sólo este monasterio, hasta que Teresa vuelve a llorar al saber que las necesidades de misiones en América son importantes. Escucha entonces en oración: “…Espera un poco hija, y verás grandes cosas.”, y poco después le llegan instrucciones y autorización para fundar más conventos.

Comienza aquí una intensa actividad de Santa Teresa que sólo termina con su muerte, en la que compaginará el gobierno de su orden, con las fundaciones de nuevos conventos y la redacción de sus libros, sin perder nunca el buen ánimo ni la esperanza, en la confianza de que no era su voluntad lo que estaba cumpliendo y que le llegarían los apoyos que necesitara, como así fue en todo momento.

Fundó en total 17 conventos: Ávila (1562), Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Valladolid (1568), Toledo (1569), Pastrana (1569), Salamanca (1570), Alba de Tormes (1571), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1575), Caravaca de la Cruz (1576), Villanueva de la Jara (1580),  Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582), en el año de su muerte.

La fundación de Granada la hizo Ana de Jesús, aunque en vida de la Santa, por lo que no siempre aparece en las enumeraciones.

A  estos conventos hay que sumar el primero del Carmelo masculino que funda con San Juan de la Cruz en Duruelo (1567). Santa Teresa conoció a San Juan de la Cruz en Medina del Campo contando ella 52 años y él 24, y le convenció para unirse a la reforma, olvidando sus planes de retirarse a la cartuja de El Paular.

Regresando de la fundación de Burgos, hace parada en Medina del Campo, pero es requerida en Alba de Tormes por la Duquesa de Alba. Está enferma y agotada. Muere en brazos de Ana de San Bartolomé la noche del 4 de Octubre al 15 de Octubre de 1582 (y esto por coincidir con el cambio del calendario Juliano al Gregoriano).

Muere sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado fundar en Madrid (a pesar de su ilusión), sin haber separado la orden de descalzos de la de calzados y con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el espíritu que ella infundió.

Teresa escribió muy poco por iniciativa suya, muchas cartas, alguna poesía y anotaciones. Pero sus obras maestras son fruto de la obediencia a sus superiores, que veían el interés de que escribiera sus experiencias y enseñanzas. Y así comienza todos sus escritos mayores aceptando su encargo con obediencia, pero con notable esfuerzo por su parte.

Escribir le supone un esfuerzo importante, lo hace, en ocasiones, ocupando la otra mano con la rueca, tal y como ella explica: “…  casi hurtando el tiempo y con pena porque me estorbo de hilar y por estar en casa pobre y con hartas ocupaciones”  (Vida 10,7)

La Inquisición vigiló muy de cerca sus escritos temiendo textos que incitaran a seguir el cisma iniciado en Europa, o se alejaran en algún punto de la recta doctrina. Muchos de sus textos están autocensurados, temiendo esta vigilancia. Su manuscrito “Meditaciones Sobre El Cantar de los Cantares” lo quemó ella misma por orden de su confesor, en una época en que estaba prohibida la difusión de las Sagradas Escrituras en romance.

Su vida es fiel reflejo de lo que avisaba a sus monjas: que las gracias recibidas en la oración son para darnos fuerza en servir a los demás. Aunque Teresa es conocida por lo elevado de las gracias místicas y visiones que recibe, su oración no la aparta del mundo, sino que hace que se entregue con especial fuerza y respaldo a las obras que le son encomendadas sufriendo en viajes, discusiones y continuas trabas, burlas y desplantes de sus contemporáneos.

Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en 1970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia. Las otras son Santa Catalina de Siena y otra carmelita descalza: Santa Teresita del Niño Jesús.

Hay vidas que no se comprenden sin fe verdadera. Esta es la frase que mejor resumiría la historia de Santa Maravillas de Jesús, una carmelita descalza poco común que desde la más rigurosa vida contemplativa de un monasterio de clausura fue capaz de emprender una obra social y caritativa impresionante. Sin embargo, su nombre ha recobrado relevancia pública esta semana no por su legado ni su elevada categoría humana, sino porque el Congreso de los Diputados, tras una lamentable disputa, se ha negado a colocar en una de sus salas una placa para rememorar el lugar del nacimiento de esta ejemplar mujer hace más de un siglo.
Con una personalidad entrañable, capaz de hacerse amiga hasta de los enemigos y un profundo amor a Dios y a los más necesitados, María de las Maravillas de Jesús Pidal y Chico de Guzmán decidió de muy joven dejar su vida acomodada para abrazar la austeridad y la pobreza del carmelo. Había nacido el 4 de noviembre de 1891 en uno de los edificios que hoy es ocupado por el Congreso de los Diputados, concretamenteen el número 36 de la calle San Jerónimo. Sus padres, muy católicos, eran los Marqueses de Pidal. Por línea paterna, la mayoría eran políticos. Su padre, Don Luis Pidal, trabajaba como embajador de España ante la Santa Sede y su abuelo había sido diputado.
Una educación privilegiada
Era normal que, en este ambiente aristocrático, la Madre Maravillas recibiera una educación por encima de la que podía recibir cualquier mujer de su época. Hablaba perfectamente el francés y entendía el inglés. Sin embargo, la comodidad no fue óbice para que cambiara radicalmente de vida. A los 28 años ingresó en el carmelo de El Escorial (Madrid) y dos años después ya había realizado su primera profesión monástica.
Su espíritu inquieto y su gran sensibilidad ante los más pobres entre los pobres le permitió no desconectar nunca de las necesidades reales del mundo. «Llama la atención cómo una monja contemplativa de clausura fue capaz de emprender una obra social tan importante. Sería más comprensible en una religiosa de vida activa», recuerda Miguel Ángel de la Madre de Dios, padre carmelita descalzo, que se ha dedicado a estudiar su vida.
En sus 55 años de vida religiosa, Santa Maravillas fundó once conventos en distintos puntos de España y uno en la India, y emprendió la restauración material y espiritual de otros muchos, como el de San Lorenzo del Escorial y el Monasterio de La Encarnación en Ávila. «Debía abandonar el carmelo que había fundado para ir en busca del siguiente -apunta- debido a que se colmaban de vocaciones».
Generosidad sin límites
Tanto le preocupaba también la salud de sus hermanas, que decidió costear la creación de la Clínica Claune, en Pozuelo de Alarcón, en la que hoy son atendidas cientos de religiosas sin importar la congregación a la que pertenecen. A sus expensas, además, hizo construir en Getafe el colegio que hoy lleva su nombre, «Madre Maravillas», y una guardería junto al convento de Montemar en Torremolinos y otra en Ávila. «Caudales de dinero pasaron por sus manos -señala el padre Miguel Ángel- y ella no se quedó con nada. Todos los bienes que le fueron llegando los repartió». También es cierto que solía empezar estos proyectos caritativos sin medios económicos, confiando siempre en la Providencia de Dios, que nunca le falló.
Las hermanas que vivieron con ella le solían replicar entre bromas que no se puede ayudar a todo el mundo, pero ella siempre insistía: «A todo el mundo no, pero sí a quien pase a nuestro lado». Y las necesidades del prójimo nunca encontraban límites en su generosidad. Prueba de ello, fue la construcción de una barriada completa de más de 200 casas en la localidad madrileña de Perales del Río, que lleva el nombre de «Colonia Madre Maravillas» y en la que hoy viven centenas de familias trabajadoras. La lista de la ingente labor social de esta notable mujer resultaría interminable, y aún así no llegaría alcanzar la dimensión de su caridad. «En el convento donde vivía Santa Maravillas -recuerda Miguel Ángel- no se compró una lavadora hasta que el pobre más pobre de sus alrededores no tuvo una».
Le perdonaron la vida
Como muchos de los religiosos de comienzos del siglo XX, la carmelita también sufrió la persecución durante la Guerra Civil. En 1936, debido a los bombardeos de las milicias rojas, debió abandonar junto a las hermanas su convento en el Cerro de los Ángeles en Getafe -el primero que fundó- para trasladarse a un piso en el número 33 de la calle Claudio Coello en Madrid, Al igual que sucedió en otras congregaciones religiosas, la santa, que en ese entonces tenía 45 años, aconsejó a las monjas que marcharan a casa junto a sus familiares, pero ellas no quisieron abandonarla y la comunidad al completo se mantuvo unida durante los tres años que duró la contienda.
Fueron tiempos muy duros. En varias ocasiones, la Madre Maravillas, quien nunca negó ante sus enemigos su condición de religiosa, vio ante sí la posibilidad de morir en el martirio. Los interrogatorios eran constantes y muchos a punta de pistola. Sin embargo, su carisma y su desbordante paz interior la salvó de esa muerte injusta. El padre Francisco Armenteros, responsable de prensa del Arzobispado de Getafe, durante el proceso de canonización de la religiosa, califica de «sorprendente cómo el entonces jefe de los milicianos quedaba impresionado con la conversación de la carmelita cada vez que iba a interrogarla». Incluso, con el paso del tiempo, aquel piso donde las hermanas habían reconstruido temporalmente su vida monástica se convirtió en una zona protegida. «Los milicianos -añade- encontraron una vez a dos monjas en la calle y las llevaron allí para que no corrieran peligro».
Pese a que a Santa Maravillas de Jesús no le hubiera importado morir en el martirio si así se cumplía la voluntad de Dios, su partida a la Casa del Padre no llegó hasta muchos años después, el 11 de diciembre de 1974 a los 83 años de edad. «¿Que me voy al cielo? ¡Qué alegría! -exclamó- ¿Cómo no me lo han dicho antes?». Así rememoran la partida de esta mujer excepcional sus hermanas, que eran conscientes de que asistían al fallecimiento de una santa. Todo ocurrió en el carmelo de La Aldehuela (Getafe), en el que permaneció tras su fundación en 1961. Allí se encuentra actualmente su tumba, junto al altar de la Iglesia del convento, que es visitado todos los años por una multitud de devotos. Además, un museo atesora los recuerdos de esta sencilla religiosa, entre ellos, su vieja máquina de escribir con la que inmortalizó frases como: «Yo quiero a todo trance santificarme, entregar, pero de veras, toda mi nada al Señor».
Pronta canonización
Su santidad fue reconocida rápidamente por la Iglesia católica, no sólo por sus virtudes sino también debido a las innumerables gracias que Dios comenzó a conceder por su intercesión. Uno de los milagros más impresionantes y que sirvió para su causa de canonización fue el de un niño argentino llamado Manuel Villar, ocurrido hace ocho años en la localidad de Nogoyá, al noreste de este país sudamericano. El pequeño cayó a una piscina llena de fango y cuando sus familiares se percataron de lo ocurrido el niño ya estaba en parada cardiorespiratoria, prácticamente muerto. Su madre, muy devota de Santa Maravillas de Jesús, encomendó a su hijo a la monja y el pequeño inexplicablemente se recuperó sin ninguna secuela neurológica.
El Papa Juan Pablo II celebró la ceremonia de canonización de la carmelita junto a otros cuatro beatos españoles durante la que fue su última visita a España en mayo de 2003. De ella destacó que «vivió animada por una fe heroica, plasmada en la respuesta a una vocación austera, poniendo a Dios como centro de su existencia».

El padre Francesco Forgione nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa. Creció dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de nada.

Fue un niño muy sensible y espiritual. En la Iglesia Santa María de los Ángeles, la cual se podría decir fue como su hogar, fue bautizado, hizo la Primera Comunión y la Confirmación. También en esta misma Iglesia fue donde a los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el resto de su vida.

Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Beneveto, y en febrero de ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, el 23 de setiembre de 1968.

 

Dones extraordinarios

 

El Padre Pío tuvo la capacidad de leer los corazones y las conciencias. Tenía el don de profecía y la curación milagrosa por el poder de la oración. Además tenía el don de la Bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo) y la sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores.

Llegaban a verle multitud de peregrinos y además recibía muchas cartas pidiendo oración y consejo. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se infectaron. El Padre Pío decía que eran un regalo de Dios y una oportunidad para luchar por ser más y más como Jesucristo Crucificado. Su beatificación fue la de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener la multitud que asistió a su beatificación. El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.

Su vida transcurrió en los alrededores de la Iglesia Santa María de los Ángeles, que podríamos decir fue como su "hogar". Aquí fue bautizado, hizo su Primera Comunión, su Confirmación, y precisamente aquí, a los cinco años de edad, tuvo una aparición del Sagrado Corazón de Jesús. El Señor posó Su mano sobre la cabeza de Francisco y este prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. El curso de su vida y su vocación quedaría desde ese momento sellado. Padre Pío se ofrece a tan corta edad como víctima. Este año marcaría la vida de Francisco para siempre; empieza a tener apariciones de la Santísima Virgen, que continuarían por el resto de su vida.

También tenía trato familiar con su ángel guardián, con el que tuvo la gracia de comunicarse toda su vida y el cual sirvió grandemente en la misión que él recibiría de Dios. Es también a esta edad que los demonios comenzaron a torturarlo. El niño acostumbraba a cobijarse bajo la sombra de un árbol particular durante los cálidos y soleados días de verano. Amigos y vecinos testificaron que fueron en más de una ocasión las veces que le vieron pelear con lo que parecía su propia sombra. Estas luchas continuarían por el resto de su vida.

Fue un niño callado, diferente y tímido, muchos dicen que a tan corta edad ya mostraba signos de una profunda espiritualidad. Era piadoso, permanecía largas horas en la iglesia después de Misa. Hizo hasta arreglos con el sacristán para que le permitiera visitar al Señor en la Eucaristía, en los momentos en los cuales la iglesia permaneciera cerrada.

Homilía del Papa San Juan Pablo II en la Ceremonia de Canonización del Padre Pío de Pietrelcina

 
 

1. «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mateo 11, 30).

Las palabras de Jesús a los discípulos, que acabamos de escuchar, nos ayudan a comprender el mensaje más importante de esta celebración. Podemos, de hecho, considerarlas en un cierto sentido como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina, hoy proclamado santo.

La imagen evangélica del «yugo» evoca las muchas pruebas que el humilde capuchino de San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán dulce es el «yugo» de Cristo y cuán ligera es su carga, cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se adentra en perspectivas de un bien más grande, solamente conocido por el Señor.

2. «En cuanto a mí... ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gálatas 6, 14).

¿No es quizá precisamente la «gloria de la Cruz» la que más resplandece en el padre Pío? ¡Qué actual es la espiritualidad de la Cruz vivida por el humilde capuchino de Pietrelcina! Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza. En toda su existencia, buscó siempre una mayor conformidad con el Crucificado, teniendo una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de manera peculiar con la obra de la redención. Sin esta referencia constante a la Cruz, no se puede comprender su santidad.

En el plan de Dios, la Cruz constituye el auténtico instrumento de salvación para toda la humanidad y el camino explícitamente propuesto por el Señor a cuantos quieren seguirle (Cf. Marcos 16, 24). Lo comprendió bien el santo fraile de Gargano, quien, en la fiesta de la Asunción de 1914, escribía: «Para alcanzar nuestro último fin hay que seguir al divino Jefe, quien quiere llevar al alma elegida por un solo camino, el camino que él siguió, el de la abnegación y la Cruz» («Epistolario» II, p. 155).

3. «Yo soy el Señor que actúa con misericordia» (Jeremías 9, 23).

El padre Pío ha sido generoso dispensador de la misericordia divina, ofreciendo su disponibilidad a todos, a través de la acogida, la dirección espiritual, y especialmente a través de la administración del sacramento de la Penitencia. El ministerio del confesionario, que constituye uno de los rasgos característicos de su apostolado, atraía innumerables muchedumbres de fieles al Convento de San Giovanni Rotondo. Incluso cuando el singular confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, éstos, una vez tomada conciencia de la gravedad del pecado, y sinceramente arrepentidos, casi siempre regresaban para recibir el abrazo pacificador del perdón sacramental.

Que su ejemplo anime a los sacerdotes a cumplir con alegría y asiduidad este ministerio, tan importante hoy, como he querido confirmar en la Carta a los Sacerdotes con motivo del pasado Jueves Santo.

4. «Tú eres, Señor, mi único bien».

Es lo que hemos cantado en el Salmo Responsorial. Con estas palabras, el nuevo santo nos invita a poner a Dios por encima de todo, a considerarlo como nuestro sumo y único bien.

En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tanta fecundidad espiritual, se encuentra en esa íntima y constante unión con Dios que testimoniaban elocuentemente las largas horas transcurridas en oración. Le gustaba repetir: «Soy un pobre fraile que reza», convencido de que «la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios». Esta característica fundamental de su espiritualidad continua en los «Grupos de Oración» que él fundo, y que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. El padre Pío unía a la oración una intensa actividad caritativa de la que es expresión extraordinaria la «Casa de Alivio del Sufrimiento». Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos.

5. «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque... estas cosas... las has revelado a los pequeños» (Mateo 11, 25).

Qué apropiadas parecen estas palabras de Jesús, cuando se te aplican a ti, humilde y amado, padre Pío.

Enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del corazón para formar parte de los pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les ha prometido revelar los misterios de su Reino.

Ayúdanos a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos, antes de que se lo pidamos.

Danos una mirada de fe capaz de capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en los que sufren el rostro mismo de Jesús.

Apóyanos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la alegría del sacramento del perdón.

Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Amén!

Karol Józef Wojtyła, conocido como Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978, nació en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército) en 1941. Su hermana Olga murió antes de que naciera él.

Fue bautizado por el sacerdote Franciszek Zak el 20 de junio de 1920 en la Iglesia parroquial de Wadowice; a los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro.

Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania.

A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigido por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al mismo tiempo, fue uno de los promotores del "Teatro Rapsódico", también clandestino.

Tras la segunda guerra mundial, continuó sus estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946 de manos del Arzobispo Sapieha.

Seguidamente fue enviado a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de San Juan de la Cruz (Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce). En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.

En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cracovia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la posibilidad de fundar una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler". Después pasó a ser profesor de Teología Moral y Etica Social en el seminario mayor de Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin.

El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo titular de Olmi y Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.

El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967, con el título de San Cesareo en Palatio, Diaconía elevada pro illa vice a título presbiteral.

Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965), con una contribución importante en la elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos anteriores a su pontificado.

Los cardenales reunidos en Cónclave le eligieron Papa el 16 de octubre de 1978. Tomó el nombre de Juan Pablo II y el 22 de octubre comenzó solemnemente su ministerio petrino como 263 sucesor del Apóstol Pedro. Su pontificado ha sido uno de los más largos de la historia de la Iglesia y ha durado casi 27 años.

Juan Pablo II ejerció su ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías, movido por la "sollicitudo omnium Ecclesiarum" y por la caridad abierta a toda la humanidad. Realizó 104 viajes apostólicos fuera de Italia, y 146 por el interior de este país. Además, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 333 parroquias romanas.

Más que todos sus predecesores se encontró con el pueblo de Dios y con los responsables de las naciones: más de 17.600.000 peregrinos participaron en las 1166 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese numero no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas [más de 8 millones de peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los millones de fieles que el Papa encontró durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las numerosas personalidades de gobierno con las que se entrevistó durante las 38 visitas oficiales y las 738 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 246 audiencias y encuentros con Primeros Ministros.

Su amor a los jóvenes le impulsó a iniciar en 1985 las Jornadas Mundiales de la Juventud. En las 19 ediciones de la JMJ celebradas a lo largo de su pontificado se reunieron millones de jóvenes de todo el mundo. Además, su atención hacia la familia se puso de manifiesto con los encuentros mundiales de las familias, inaugurados por él en 1994.

Juan Pablo II promovió el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándolos en varias ocasiones a encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.

Bajo su guía, la Iglesia se acercó al tercer milenio y celebró el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas por él en la carta apostólica Tertio millennio adveniente; y se asomó después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica Novo millennio ineunte, en la que mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.

Con el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, promovió la renovación espiritual de la Iglesia.

Realizó numerosas canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de estímulo a los hombres de nuestro tiempo: celebró 147 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1338 beatos- y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos. Proclamó a santa Teresa del Niño Jesús Doctora de la Iglesia.

Amplió notablemente el Colegio cardenalicio, creando 231 cardenales (más uno "in pectore", cuyo nombre no se hizo público antes de su muerte) en 9 consistorios. Además, convocó 6 reuniones plenarias del colegio cardenalicio.

Presidió 15 Asambleas del Sínodo de los obispos: 6 generales ordinarias (1980, 1983, 1987, 1990, 1994 y 2001), 1 general extraordinaria (1985) y 8 especiales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 (2) y 1999).

Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 Cartas apostólicas.

Promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, a la luz de la Revelación, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Reformó el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales; y reorganizó la Curia Romana.

Publicó también cinco libros como doctor privado: "Cruzando el umbral de la esperanza" (octubre de 1994);"Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi ordenación sacerdotal" (noviembre de 1996); "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (marzo de 2003); “¡Levantaos! ¡Vamos!” (mayo de 2004) y “Memoria e identidad” (febrero de 2005).

Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005, a las 21.37, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en la octava de Pascua y domingo de la Misericordia Divina.

Desde aquella noche hasta el 8 de abril, día en que se celebraron las exequias del difunto pontífice, más de tres millones de peregrinos rindieron homenaje a Juan Pablo II, haciendo incluso 24 horas de cola para poder acceder a la basílica de San Pedro.

El 28 de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. La causa la abrió oficialmente el cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, el 28 de junio de 2005.

El Papa Benedicto XVI lo beatificó el 1 de mayo de 2011.

El Santo Padre Francisco lo canonizó, junto a Juan XXIII, el 27 de abril del 2014.

 

Reina de la Paz, en Medjugorje – Bosnia

 
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Medjugorje, Bosnia Herzegovina

La Virgen María se aparece a seis niños el 24 de junio de 1981, en un país dominado por el comunismo ateo. En medio de una persecución política a la resistente fe Católica de un pueblo rural sufrido y empobrecido, se aparece la Madre de Dios en una sucesión de gran cantidad de hechos místicos. Los seis niños entran en estado de éxtasis cuando María se presenta a ellos, en medio de la fe y admiración del pueblo del lugar. María venció allí toda clase de resistencias, en base a una avalancha de manifestaciones celestiales que quebraron toda oposición. ¿El Sacerdote del lugar tiene dudas?. Pues es el propio Jesús el que le habla pidiéndole que proteja a los pequeños videntes.

A partir de los mensajes que en forma diaria empiezan a surgir de los videntes, una multitud creciente de fieles de todo el mundo concurre al lugar. Actualmente son más de treinta millones de personas quienes han peregrinado allí en la búsqueda de la puerta a la conversión. Muchísima gente ve a María en Medjugorje, o ven el milagro del sol, o ven girar las Cruces que están en los montes del lugar, o ven a Jesús, entre otras muy variadas formas de manifestación del mundo sobrenatural.

medjurgorjeMaría rápidamente se presenta bajo la advocación de La Reina de la Paz, y es éste el punto central de Su mensaje, en un mundo que cada vez se aleja más de la paz verdadera, como sólo Jesús la da. El pedido de María en Medjugorje es simple y claro: la oración, el ayuno, la confesión, la Eucaristía y la lectura de la Santa Palabra son los caminos ineludibles para encontrar la conversión verdadera.

Cada uno de los seis videntes recibe también mensajes personales secretos, que revelan hechos que le ocurrirán a la humanidad en los próximos años. Cuando un vidente recibe el último mensaje secreto, deja de ver a María en forma diaria, para verla en forma menos periódica. En la actualidad solo tres de los seis videntes siguen viendo a María a diario.

Una de las videntes recibe la importante misión de dar un alerta al mundo en una fecha determinada, como aviso final de conversión frente a eventos que irán a ocurrir: la propia Virgen le entrega en una esquela el contenido del aviso, que solo la vidente puede leer. Otras personas ven el trozo de papel sin poder leer nada en él.

La Iglesia ha tomado una actitud cauta frente a Medjugorje, pero son los Sacerdotes Franciscanos quienes están allí custodiando como soldados la obra de María. Y es el propio Juan Pablo II quien en repetidas ocasiones ha manifestado en público su admiración por la obra que María realiza en Bosnia.

En la actualidad Medjugorje es un enorme centro de peregrinación donde se siguen produciendo gran cantidad de milagros. Y sabemos que el lugar tendrá una gran importancia frente al enorme cambio que María anuncia desde allí, como continuación de lo dicho en Fátima y tantos otros lugares, para nuestros tiempos.

Medjugorje es una representación clara de la infantería del Ejercito Celestial actuando en la tierra: la misión allí se vincula con el fenómeno de las conversiones masivas, de millones de personas. Por eso el lugar es como una puerta abierta al Cielo, una enorme concesión del Padre Celestial a María, para que Ella obtenga un impulso gigantesco a Su obra de Pastora de estos tiempos. Los corderitos del ejército de María se aglutinan en Medjugorje, y vuelven a sus países de origen como lámparas que iluminan a quienes los rodean.

Los lugareños narran un cuento (producto de la creatividad popular) que grafica la importancia del lugar en el Plan de Dios: dicen que satán se presentó a Dios y le ofreció entregar absolutamente lo que Dios quisiera, a cambio de que se le entregue Medjugorje. ¡Y Dios no aceptó la propuesta!

El mal no se siente cómodo con lo que ocurre allí, por eso trata permanentemente de destruir por todos los medios posibles la obra de la Reina de la Paz en el lugar. Los hechos místicos que se regalan en Medjugorje a raudales, no deben ser confundidos en su motivación. Medjugorje es como una hermosa flor que llama y atrae a las abejas con sus colores y perfume. Pero el verdadero sentido del llamado es cumplir con lo que María permanentemente nos pide: La oración cotidiana como camino de encuentro de la Paz verdadera.

¿El momento?

medujugorje vidckaLas décadas de 1970 y 1980 fueron marcadas por un importante incremento de hechos místicos a nivel mundial. Algunos de los más difundidos son San Nicolás en Argentina, Rwanda en África, Akita en Japón, Betania en Venezuela, y Medjugorje en Europa Oriental.¿Por qué Dios eligió estos momentos para acentuar la Presencia de Su Madre?

Se puede advertir desde el siglo XIX una aceleración de la Presencia Celestial (la Medalla Milagrosa, Lourdes, La Salette, knock en Irlanda, etc.) y más acentuadamente a partir de Fátima en 1917, para concentrarse la Presencia Divina aún más en las décadas recientes. El sentido de este llamado de atención celestial es evidente: Jesús y María nos están advirtiendo sobre el acercamiento de momentos importantes para la historia de la humanidad. Se puede creer o no, se puede discutir sobre cuál es la Profecía que se anuncia, pero está claro que algo importante se está acercando a nosotros. Las revelaciones de estos tiempos nos brindan distintos mensajes o pedidos, pero siempre se orientan al anuncio de un momento de cambio.

Cada aparición, entonces, tiene un sentido distinto. Es como una pieza en un enorme y complicado rompecabezas, que se va armando a través del mensaje que se da en cada lugar. No se puede entender a Dios, de esta manera, si no se lo analiza con el corazón y desde una perspectiva global. No tiene sentido analizar a María desde Medjugorje si no se la ve integrando un mensaje universal, un plan para toda la humanidad elaborado y conducido por el mismo Jesús, con Su Madre como la Pastora de estos tiempos.

Medjugorje, dentro del Plan de Dios, tiene un sentido de oportunidad muy preciso: es un instrumento de difusión del segundo Pentecostés, de la bajada del Espíritu Santo sobre todos nosotros. Por eso todo allí es tan masivo, y tan basado en la oración. Y es el propio Espíritu de Dios quien, a través de la creciente oración que desde allí se ha propiciado, el que ha hecho de Medjugoje una puerta de entrada del poder de Dios, el poder del amor y la paz, sobre este mundo sumido en la impiedad.

¿El lugar?

merjugorje 1Medjugorje es un pequeño poblado situado en Bosnia Herzegovina, una provincia de la antigua Yugoslavia. Esta nación surgió de las dos guerras mundiales, y está vista como una amalgama de etnias, religiones, alfabetos e idiomas. Políticamente independizada de la Unión Soviética, soportó la dictadura de Tito bajo un régimen comunista y ateo. Este sistema político generó numerosas persecuciones contra las religiones presentes allí y especialmente contra la Iglesia Católica. A pesar del régimen comunista, los residentes de esta pequeña aldea (mayormente cultivadores del tabaco y de la uva), han sido gente católica y muy piadosa que han conservado siempre su fe, incluso durante la dominación turca entre los siglos XV y XVIII. Y es justamente aquí, en este enclave constitucionalmente ateo, donde la Virgen Santísima se hace presente para hacerle al mundo el último llamado a la conversión.

Medjugorje significa “entre montañas”, y se encuentra entre una colina llamada Crnica o Podbrdo y el Kricevac o monte de la Cruz. En el monte Kricevac las mujeres de la aldea construyeron en 1933 una gran Cruz, para conmemorar los mil novecientos años de la muerte de Jesucristo, pidiendo por el regreso de sus hombres que tenían que ir a sitios como Alemania para trabajar. Desde el comienzo de las apariciones ésta Cruz ha sido objeto de numerosas señales para los habitantes de Medjugorje, quienes la han contemplado iluminada durante la noche o dando vueltas en distintas direcciones. También en ocasiones han visto la silueta de la Virgen en vez de la Cruz.

Los lugares de las apariciones suelen ser sitios campesinos, humildes, sometidos a alguna clase de tensión social o pobreza. Es altamente probable que María vea en estos sitios el dolor y el sufrimiento necesarios, que preparen los corazones para creer y propagar las manifestaciones de Presencia celestial que allí se materializan.

¿Qué ocurrió en Medjugorje?

Medjugorje 6Aproximadamente hacia las seis de la tarde del 24 de junio de 1981, en la zona del monte Podbrdo, las jóvenes Ivanka Ivankovic (de 15 años de edad) y Mirjana Dragicevic (de 16 años) vieron una figura en la colina. Era una mujer joven, extraordinariamente bella, con un niño en brazos y rayos de luz que la rodeaban. Al principio se asustaron y corrieron a casa de algunos familiares suyos donde estaban pasando las vacaciones de verano. Más tarde regresaron con otros amigos (dos de los cuales sólo vieron a la Virgen esa única vez) y nuevamente vieron a la bellísima mujer: La Gospa (así se dice Virgen en idioma croata).

El día siguiente por la tarde, 25 de junio, volvieron a la colina y esta vez las acompañaron Vicka Ivankovic (la mayor de todos, con 17 años), Ivan Dragicevic y Marija Pavlovic (ambos de 16 años), y Jacov Colo (con sólo 10 años), quienes junto a las dos jóvenes ya mencionadas, desde ese momento formarían el grupo definitivo de videntes que serían los testigos de las apariciones.

Ese segundo día un destello de luz les indicó la presencia sobrenatural, y vieron en lo alto de la colina a la Virgen, que les sonreía y les hacía gestos con las manos para que subieran hasta donde estaba Ella. Se detuvieron unos instantes, pero luego una fuerza extraña los empujó hacia arriba, y como si tuvieran alas llegaron rápidamente ante la aparición. Al instante cayeron en éxtasis, mirando a la Virgen, la cual estaba rodeada de una luz intensísima y purísima. Tenía un vestido color gris, pero de un gris desconocido en la tierra. Su velo era blanco y en la cabeza tenía una corona de doce estrellas. Los videntes le preguntaron: “¿Por qué has venido?”, y Ella les contestó: “Porque aquí he encontrado mucha fe”.

Al día siguiente, 26 de junio, sintieron la urgencia de acudir a la colina. Una luz destelló tres veces en lo alto de la misma, la cual fue percibida también por personas de aldeas vecinas (Bijakovici, Miletina y Citluk), quienes acudieron al sitio movidos por la extraña luz. Algunas mujeres les aconsejaron a los niños llevar agua bendita con ellos para rociar la aparición y así asegurarse de que no fuera el demonio. En el momento de la aparición Vicka lanzó el agua bendita hacia la visión, diciendo: “Si eres nuestra Madre bendita, por favor quédate, y si no, aléjate de nosotros”. La Virgen sonrió al oír esto y se quedó con ellos. Entonces Mirjana le preguntó su nombre, y ella le contestó: “Soy la bienaventurada Virgen María”.

La Virgen rezó con ellos y les pidió que recitaran siete padrenuestros, siete avemarías y siete glorias (una antigua tradición croata), haciendo que añadieran un Credo a esta oración, y luego les habló. Ivanka le preguntó por su madre, que hacía dos meses que había fallecido, y Mirjana le pidió una señal para demostrarles a las otras personas que no estaban locos ni eran mentirosos, como algunos los acusaban. La Virgen le dijo a Ivanka: “Tu madre está dichosa junto a mí”. Cuando le preguntaron si volverían a verla al día siguiente, les contestó asintiendo con la cabeza. La Virgen les dijo finalmente: “Vayan en la paz de Dios, mis ángeles”.

Luego, mientras descendía de la montaña, la vidente Marija es misteriosamente empujada a un lado del camino por una fuerza invisible. Ella vuelve a ver a la Virgen, quien se le aparece llorando y cargando una Cruz de madera. Entonces le dice:

“¡Paz, Paz, Paz!. ¡Reconcíliense!. ¡Sólo Paz!. Hagan la paz con Dios y entre ustedes mismos. Para eso, es necesario creer, orar, ayunar y confesarse.”

Es el primer mensaje de la Virgen, en el cual hace ver que la verdadera paz está ligada a la Cruz. Desde ese momento la vidente Marija es escogida como instrumento para dar a conocer los mensajes que la Santísima Virgen enviará al mundo desde allí.

La Virgen quiso desde el inicio que se la conociera como Reina de la Paz y así lo expresó el 6 de agosto de 1981: “Yo soy la Reina de la Paz”. La Virgen ha dicho también que ésta es su última aparición en la tierra. El 2 de mayo de 1982 dijo: “He venido a llamar al mundo a la conversión por última vez. Después, ya no apareceré más en la tierra”.

Debemos recordar que éstas apariciones comenzaron al mes siguiente del intento de asesinato del Santo Padre Juan Pablo II, por el turco Mehmet Ali Agca. Este hecho anunciaba el cumplimiento de lo predicho por la Virgen en Fátima, referente al sufrimiento por el cual atravesaría el Papa y la persecución de la Iglesia.

El mundo no ha respondido al llamado de Fátima a convertirse, y éste parece ser el último llamado de nuestra Madre Celestial, quien conoce el plan del Altísimo para estos tiempos. Y por la seriedad de éste llamado, debemos entender que todo el acontecimiento de Medjugorje representa una gran gracia para la humanidad, un don de Dios dado a sus hijos en este tiempo que María, nuestra Madre, ha señalado como “Tiempo de Gracia”.

Los difíciles tiempos iniciales de la aparición

medjugorje 2Las apariciones de Medjugorje tuvieron un comienzo difícil. En un país comunista y oficialmente ateo no debía aparecerse la Santísima Virgen llamando a todos a la oración y a la penitencia. Simplemente no era algo que debía suceder allí: así pensaban las autoridades yugoslavas. El día 27 de junio la policía comienza a interrogar a los jóvenes, quienes también son sometidos a pruebas psiquiátricas, pero son declarados normales, sanos de mente y de cuerpo por parte del médico. Sin embargo, la policía no los dejará tranquilos y comenzará para ellos un tiempo difícil en el cual se verán confrontados por la incredulidad y el rechazo de las autoridades, quienes muy pronto prohibieron el acceso a la colina. Las apariciones entonces ocurrían en sitios diversos, y es así como meses después comenzaron definitivamente a tener lugar en la Iglesia parroquial, único lugar de culto autorizado en un régimen marxista.

Tampoco le parecía al párroco de Medjugorje que fuera posible que la Virgen, la Gospa, se apareciera a unos jóvenes en la colina del Podbrdo. Sin embargo, el Señor quiso manifestársele de una manera extraordinaria y hacer de él una víctima de este acontecimiento. He aquí la narración del Padre Jozo:

“Yo era el párroco de Medjugorje cuando empezaron las apariciones. Yo, al principio, no creía. Tenía un gran temor. Al inicio, muchos estaban en contra de los videntes pensando que habían tomado drogas. Y yo también luché contra ellos. Pero la Santísima Virgen fue siempre muy paciente conmigo. Y cuando todo el pueblo y los peregrinos se convencieron de la realidad de las apariciones, se preguntaban: ¿por qué el párroco no cree?. Yo prediqué el domingo 28 de Junio, el cuarto día de las apariciones, y dije a mis feligreses: Dios ya ha dicho todo lo que tenia que decir a través de los profetas y de Jesucristo. Y con la muerte del último apóstol ya se ha cerrado la revelación. ¿Para qué se va a aparecer la Santísima Virgen, entre las piedras y las zarzas de allá arriba?. Yo sé con seguridad que Cristo está aquí presente, en la Eucaristía, en la Biblia, en medio de nosotros, pero no en esas manifestaciones. No creo que la Santísima Virgen esté en ese monte. Y entonces pensé: No puedo permitir, como sacerdote, que los comunistas y otras personas ridiculicen a Jesucristo y a la Virgen, a la Iglesia, a nuestra Fe. Debo parar todo esto.

Al día siguiente, 29 de junio, fiesta de San Pedro y San Pablo, yo escribí en un papel lo que pensaba, y allí decía que no creía. Yo estaba triste y no entendía por qué los centenares de peregrinos seguían a los videntes y subían a la colina pero no entraban en la iglesia, en la Â“Casa de Dios”. Y resultó que un jefe comunista, que estaba viajando por diversos puntos del país, dijo en Citluk: Â“Un fraile con 6 jóvenes ha inventado que la Virgen quiere destruir nuestro régimen. ¡No podemos permitirlo!” . Al día siguiente, vinieron soldados y policías con perros que rodearon y ocuparon el pueblo, cortaron todos los caminos y no se podía pasar. En el único sitio donde se podía entrar era en la Iglesia. Y así, la Santísima Virgen, a través de la presencia de los soldados y policías, reunió a los peregrinos en la iglesia. ¡Cómo actúa Nuestra Señora!. Y así pude aprovechar para hablar a la gente para que ellos rezaran en el Â“lugar de oración”. Le pedí al Señor que me hiciera entender si era verdad o no que la Virgen se aparecía a los seis jóvenes. Y después de la Santa Misa, les dije a los peregrinos que se quedaran en la iglesia rezando. Pero todos salieron y se fueron a la colina de las apariciones, sin hacerme caso.

Yo me quedé solo en la iglesia, muy triste, con un gran dolor. Me puse a rezar en un banco, en el tercer banco, de rodillas, el Santo Rosario. Abrí la Biblia y leí cómo Israel recibió el agua que salía de la piedra golpeada por Moisés. Y yo pensé: Â“¡Qué claramente has iluminado y guiado a Israel por medio de profetas!. Pero aquí nosotros no entendemos nada.

En ese momento, el Señor me dijo, con voz fuerte: Â“¡Sal del templo y protege a los jóvenes!”. Hice una genuflexión y salí rápidamente de la iglesia. Entonces, me encontré con los seis jóvenes, que venían corriendo. Me abrazaron y me dijeron: Â“La Policía nos persigue, protégenos”. Yo los llevé a la casa parroquial y los metí en un cuarto.

Este hecho quedó grabado profundamente en mi interior y produjo sus efectos, sus frutos. Como la colina de las Apariciones estaba vigilada por la Policía, sólo pude subir allí tres años y medio después”.

El haber escuchado a Jesús fue suficiente para el Párroco de Medjugorje: por defender las apariciones y a los videntes, el Padre Jozo fue sentenciado a la cárcel por “conspirar” contra el régimen comunista. Cuando Dios toca un alma se vuelve muy difícil volverse atrás, negar el pedido de ayuda que el Cielo nos realiza. El Padre Jozo fue llamado muchas veces “el séptimo vidente”, dada su cercanía con la obra de María en Medjugorje.

El pedido de oración de la Virgen en Medjugorje

En los primeros tiempos de esta larga visita de la Virgen a Medjugorje, los videntes le hacían innumerables preguntas y le traían peticiones de la gente durante las apariciones. Con una gran dulzura Ella respondía a sus inquietudes y oraba con ellos por las intenciones que le traían. La Virgen les daba importantes mensajes y les pedía que los viviesen. En 1984 comenzó a darles mensajes semanales, y en 1987 estos se hicieron mensuales, dándolos para el mundo entero, el día 25 de cada mes.

Para mucha gente los mensajes son repetitivos y simples, y por eso no los siguen. Les parece que la Virgen no dice nada nuevo. Pero no es así. Sus mensajes tienen un sentido muy profundo y nos hablan del plan de Dios. Ella nos ha dicho que nos daría mensajes concretos para estos tiempos y nos ha pedido que los hagamos parte de nuestras vidas. Ya desde el comienzo expresó lo siguiente:

“Deseo darles mensajes como nunca antes en la historia, desde el principio del mundo”… “Que cada mensaje sea para ustedes un nuevo crecimiento”… “¡Mediten mis mensajes en oración!”

Estos mensajes se pueden resumir en un gran pedido: “¡Conviértanse, hijos míos!”

El llamado a la conversión y las cinco piedritas de David

El mensaje central de Medjugorje es el llamado a la conversión, es decir, volver a Dios. El propósito de la Virgen es guiarnos hacia Jesús a través de innumerables mensajes que nos ha estado dando durante estos mas de veinte años. Nuestra conversión es importante, y para lograrla la Virgen nos indica cinco medios importantes, o “piedritas”, como se acostumbra decir en Medjugorje, recordando la hazaña de David al derrotar al gigante Goliat con cinco guijarros y una honda (1Sam 17,50).

Estos medios, que se repiten constantemente en sus mensajes, son:

La oración, el ayuno, la Eucaristía, la Confesión y la lectura de la Biblia.

Primera piedrita: el pedido de oración

La Virgen nos exhorta a orar con el corazón y a dedicar un tiempo diario para nuestro diálogo con Dios. De esa manera, el Espíritu Santo nos hará ver los tiempos que vivimos y el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, así como la importancia de su venida a Medjugorje. Nos pide además que todos reciten el Santo Rosario, especialmente los sacerdotes, el cual recomienda también para defendernos de los ataques de satanás, del que nos alerta en innumerables ocasiones.

La oración en familia es un tema importante y constante en sus mensajes. Ella nos dice que debemos poner a Dios en primer lugar en nuestro hogar. También nos recomienda la oración comunitaria y pide que se hagan grupos de oración en todas las parroquias. La Virgen nos ha dicho que no hay nada que le agrade más que cuando nos escucha recitar su oración preferida: el Credo, que es nuestra profesión de fe. Debemos aspirar a tener una fe profunda, fuerte, total, una fe que no vacila y que es generosa.

La Santísima Virgen nos pide también la consagración al Corazón de su Divino Hijo Jesucristo y a su Corazón Inmaculado.

Segunda piedrita: el pedido de ayuno

medjugorje 7Casi al principio de las apariciones la Virgen dijo:“Ustedes han olvidado que a través de la oración y el ayuno se pueden evitar las guerras y suspender las leyes de la naturaleza”. Algunos años después, en los años 90, la guerra de Bosnia trajo grandes sufrimientos al pueblo croata y entonces muchos entendieron las palabras de la Virgen. La Madre de Dios nos recuerda que toda penitencia y mortificación son santificadoras y atraen favores especiales de Dios. Ella nos invita especialmente a ayunar dos veces por semana: los miércoles y los viernes. Y el “mejor” modo de ayunar, nos explica Ella, es a pan y agua. Esto significa que puede haber otros modos de ayunar. Se aconseja que la gente determine su propia capacidad de ayuno. También podemos privarnos de ciertos gustos a los que estamos acostumbrados, ofreciendo este sacrificio para que se realice el plan de la Virgen.

Tercer piedrita: La Eucaristía

La Virgen ha señalado la importancia de la Eucaristía y nos llama a vivir la Santa Misa, haciendo de ella el centro de nuestra vida y de nuestro día. También nos ha dicho:

“Los invito a enamorarse del Santísimo Sacramento del Altar. Adórenlo, hijitos, en sus parroquias, y de esta manera estarán unidos al mundo entero. Jesús será su Amigo y ustedes no hablarán de El como de Alguien a quien escasamente conocen. La unión con El será una alegría para ustedes y ustedes se convertirán en testigos del Amor que Jesús tiene por cada criatura. Hijitos, cuando ustedes adoran a Jesús también están cerca de mí”.

Cuarta piedrita: La confesión

La Virgen nos señala que la paz viene de nuestra reconciliación con Dios, con nuestros hermanos y con nosotros mismos. Y para reconciliarnos con Dios necesitamos del sacramento de la reconciliación o confesión. La confesión es el remedio para apartarnos del mal y encontrar la paz del corazón, tan necesaria, tan buscada y tan añorada en este mundo sin paz. No podemos decir que nos hemos convertido si no hay un cambio radical en cada uno de nosotros, acompañado de contrición y del propósito firme de no desviarnos nuevamente del camino que Dios nos ha señalado. Y si por desgracia caemos, levantarnos rápidamente y pedir perdón a Dios, apelando a su Misericordia y amor por nosotros.

Quinta piedrita: La lectura de la Santa Biblia

medjugorje 3Un gran número de católicos no conoce la Biblia. La Virgen nos invita a leer la palabra de Dios y se lamenta diciendo: Â“Se han olvidado de la Biblia”. Ella recomienda poner la Biblia en el centro de nuestros hogares, en un lugar visible. Nos dice que debemos leerla con frecuencia, porque la oración se alimenta con la palabra de Dios, y recomienda leer ciertos pasajes de la Escritura en los grupos de oración, tal como Mt 6, 24-34.

Las cinco piedritas de Medjugorje nos deben llevar a la verdadera conversión. La paz es consecuencia de cumplir con ello, y es otorgada como don y recompensa. La Reina de la Paz quiere que en nosotros reine la paz como reina en Ella. Aprovechemos el Tiempo de Gracia que Dios nos está dando como preparación para el nuevo tiempo de paz que Nuestra Madre Santísima nos ha prometido.

Los secretos entregados a los videntes

La Santísima Virgen les ha confiado a los jóvenes algunos secretos. Una vez que los secretos – diez en total – le han sido confiados a alguno de los videntes, éste ya no recibe apariciones diarias de la Virgen. Tres de ellos, Mirjana, Ivanka y Jakov, conocen los diez secretos y ya no ven a la Santísima Virgen diariamente, sino en ciertas oportunidades. Los tres restantes, Vicka, Marija e Iván, conocen solamente nueve y todavía continúan teniendo apariciones diarias. Mirjana es la encargada de dar a conocer al mundo estos secretos y, por pedido de la Virgen, lo hará a través de un sacerdote. Ella escogió al Padre Petar Ljubicic, quien ayunará por una semana y los dará a conocer al mundo tres días antes de que suceda cada uno.

En la aparición del 25 de diciembre de 1982, según Mirjana, la Virgen le dio el décimo y último secreto. A ella le han sido reveladas las fechas en las que se realizarán los secretos. La Virgen le ha confiado a Mirjana muchos aspectos de lo que está por suceder. Mirjana ha dicho que antes de que aparezca en Medjugorje un signo visible, que será dado para toda la humanidad, habrá tres advertencias para todo el mundo. Tras la primera admonición seguirán las otras en un tiempo bastante breve. Así los hombres tendrán tiempo para la conversión. Las advertencias serán ciertos acontecimientos sobre la tierra. Mirjana será testigo de los mismos. Su testimonio será una confirmación de las apariciones y una incitación a la conversión del mundo. Tras las amonestaciones aparecerá el signo visible en el lugar de las apariciones, el cual será dado como testimonio de las mismas y una llamada a la fe. Los secretos noveno y décimo son graves. Representan un castigo por los pecados del mundo. Este acontecimiento es inevitable porque no se puede esperar la conversión del mundo entero. El castigo puede reducirse por las plegarias y la penitencia, pero no puede suprimirse. Un mal que amenazaba al mundo, que era el séptimo secreto, ha sido eliminado por la respuesta a la oración y al ayuno, según dice Mirjana. Por eso continúa la Virgen invitando a la oración y al ayuno:

“Habéis olvidado que con la oración y el ayuno podéis alejar la guerra y suspender las leyes naturales”.

Este tiempo es un período de gracia y conversión. Tras la señal visible, los que aún sigan vivos tendrán poco tiempo para la conversión. Por eso invita la Virgen a la conversión y reconciliación urgente. La invitación a la oración y a la penitencia está destinada a alejar los males y la guerra, y sobre todo a salvar las almas. Según Mirjana, nos hallamos cerca de los acontecimientos vaticinados por la Virgen. En nombre de esa experiencia, Mirjana dice a la humanidad: “Convertíos con toda rapidez, abrid vuestros corazones a Dios”.

medjugorje 4Quienes conocen a fondo las apariciones de María, saben muy bien que en ellas se nos invita a convertirnos dada la premura de los tiempos que vivimos. Hay gente que cree que esto se relaciona con el hecho de que todos moriremos o, y la Madre de Dios busca que lleguemos a ese momento en estado de gracia, para ganarnos como mínimo el purgatorio. Sin embargo, un análisis detallado de los mensajes de muchas apariciones Marianas indica a las claras que hay algo más. Algo va a ocurrir en el mundo, a nivel global, que hace que la Reina del Cielo nos llame de manera urgente a aprovechar el tiempo que tengamos, que en Medjugorje Ella llama un tiempo de gracia.

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Reportaje a Mirjana

En una sesión de preguntas y respuestas que Janice Connell mantuvo en 1991 con Mirjana, se habló de los secretos. Reproducimos ese reportaje:

Periodista: Ya han transcurrido diez años desde que estas grandes apariciones comenzaron. Mirando hacia atrás, parecería que la Virgen te dio todos los diez secretos muy rápido.
Mirjana: Yo tuve suficiente tiempo. Puede parecerte muy rápido a ti pero yo había tenido más tiempo con la Virgen que los otros videntes que estaban aquí en Medjugorje. Ellos estaban constantemente rodeados de gente, le preguntaban a la Virgen por los sacerdotes y por todos los que aquí venían. Mi tiempo con Ella era privado y completamente concentrado.
P: ¿Puedes repetir una vez más qué te está permitido decir acerca de los secretos?
M: Los primeros dos secretos serán advertencias para el mundo: acontecimientos que se han de dar antes de que un signo visible le sea dado a la humanidad. Estos ocurrirán durante mi vida. Diez días antes del primero y del segundo secreto se los notificaré al Padre Petar Ljubicic. Él orará y ayunará durante siete días y luego los anunciará al mundo.
P: Muchos evangelistas estos días están hablando del fin del mundo. ¿Ha de sobrevivir el mundo a los secretos que tú conoces?
M: El mundo de Dios no cambia. Todo pasa menos la voluntad de Dios. Aquellos que oran entienden.
P: ¿Tú te consideras más brillante que los otros videntes y por esto pudiste absorber esos tremendos hechos más rápido?.
M: No.
P: ¿Cómo te acuerdas de los secretos?
M: Los tengo escritos.
P: ¿Con tu propia escritura?
M: No.
P: ¿Con la escritura de la Santísima Madre?
M: Recibí una esquela de la Santísima Virgen con los secretos escritos en ella.
P: ¿Es cierto que sólo tú puedes ver lo que está escrito?.
M: Sí.
P: ¿Dónde guardas esa esquela?
M: En la casa de mi familia, en Sarajevo, en mi dormitorio de allí.
P: ¿La guardas en Sarajevo? ¿Y si la necesitas aquí?
M: La guardo en Sarajevo.
P: Si yo mirase a la esquela, ¿qué podría ver?
M: Cada uno que la vio, vio algo diferente.
P: Pero, sólo tú puedes leer lo que está escrito.
M: Sí.
P: ¿Los diez secretos están escritos en la esquela?.
M: Sí.
P: Eso significa que no tienes que recordar los secretos. Puedes sacar esa esquela y leerlos.
M: Recuerdo todo. No necesito de la esquela para recordar los secretos.
P: ¿Es cierto que conoces el día y la fecha de cada cosa?
M: Sí.
P: Mirjana, ¿estás segura de que no olvidarías nada? ¿Conoces el día, el minuto y la hora?
M: Conozco el día y la fecha.
P: ¿No te da miedo, Mirjana, especialmente a medida que los días del cumplimiento se acercan? (Mirjana se encoge de hombros y mira para otro lado).
P: ¿Puedes compartir si los secretos traen buenas o malas nuevas?
M: Bien, el primer secreto quebrará el poder de Satanás, y es por eso que ahora está tan agresivo.
P: con respecto al primer secreto, algunos te han citado diciendo que toda una parte del planeta quedaría desolada, que sería totalmente destruida. Que ninguna vida crecería en ese lugar. ¿Es esto cierto?
M: No recuerdo haber hablado de ello con nadie. Por favor, pide a las personas que no hablen de los secretos. Por favor, pídeles a aquellos que conocen las apariciones de la Virgen de aquí que se concentren en la Voluntad de Dios. Nuestra Madre Santísima dice que deberíamos orar más, y deberíamos amar a Dios como nuestro Padre. Deberíamos aceptar los mensajes de oración, ayuno, conversión y reconciliación que Dios está mandando al mundo por medio de la Madre Bendita de Jesús. Si hacemos esto, no tendremos miedo de nada, no importará lo que el futuro nos pueda deparar.
P: Mirjana, la gente habla de tres días de tinieblas, de grandes olas, de te
M: Yo no hablo de esas cosas, ni nunca he hablado de ellas. Dios es paz. Dios es amor. Los mensajes de la Santísima Madre aquí son mensajes de paz, de modo que todos sus hijos de la tierra puedan experimentar el amor de Dios.

Juan Pablo II y Medjugorje

En febrero de 1995 los Obispos croatas se reunieron en Roma con el Papa. Monseñor Zanic (Obispo retirado de Mostar) le preguntó: “Bien, Santo Padre, ¿cuándo va a venir a Sarajevo?”. El Papa le dio una de sus intensas miradas y le replicó: “Oh, yo creía que me iba a preguntar: Santo Padre, ¿cuándo va a venir a Medjugorje?”.

En referencia a una visita a Sudamérica del Padre Slavko (director espiritual de los videntes hasta su muerte en noviembre de 2000), el Arzobispo de Asunción del Paraguay pidió referencias del Padre Slavko al Arzobispo de Mostar y al Superior Regional de los franciscanos de Herzegovina. Pero fue durante su visita a Roma en Noviembre de 1994 que él mismo le hizo la pregunta al Santo Padre en una entrevista privada. El Papa le contestó: “Autorice todo lo que concierna a Medjugorje”. Entonces el Arzobispo no necesitó de otras referencias. La noticia corrió por otros países de Sudamérica que visitaría el Padre Slavko, quien fue más que bienvenido en las iglesias y aún en algunas catedrales sudamericanas.

El 22 de Marzo de 1995 la vidente Vicka acompañó a 350 soldados croatas, heridos y maltrechos, a una audiencia privada con el Santo Padre en Roma. Ella era la traductora del italiano al croata, y el Papa inmediatamente la reconoció y le preguntó: “¿Tú no eres Vicka, la de Medjugorje?”. Vicka entonces le ofreció un Rosario, diciendo: “Imagino que usted ya tiene muchos Rosarios, pero éste es especial porque fue bendito por la Gospa durante una aparición”. El Papa le dijo entonces: “Reza a la Madonna por mí, yo rezo por ti.”. Oró entonces por ella durante un largo tiempo, la bendijo, y le dijo: “Sería bueno si pudiéramos hablar más en privado”.

Estos son sólo algunos relatos de las múltiples oportunidades en que el Santo Padre nos recomienda Medjugorje como lugar de encuentro con la Madre de Dios. Sin embargo, la Iglesia tiene sus tiempos naturales para discernir formalmente la veracidad de una aparición. En este momento el expediente oficial de Medjugorje se encuentra a la espera de que cesen los hechos sobrenaturales, ya que el criterio establecido es que no habrá un dictámen oficial hasta que lo ocurrido allí sea un hecho pasado, histórico.

La tarea de dar aprobación a un hecho de esta envergadura obliga a la Iglesia a la cautela. Sin embargo, ni Juan Pablo II ni los más de treinta millones de peregrinos que han asistido allí a encontrarse con María han querido esperar los tiempos formales de la Iglesia. La premura del llamado de María en estos tiempos no deja margen para demoras, la obra de Dios requiere soldados valientes que estén dispuestos a tomar riesgos en defensa de los llamados de Dios, como el propio Santo Padre lo ha hecho, predicando con su ejemplo. Mientras tanto, la Iglesia continúa con su análisis de las pruebas y del contenido teológico de lo allí manifestado. Una cosa no quita la otra. Que Dios hable a través de Sus manifestaciones no puede ser acallado por proceso formal alguno, ¡cuando el Cielo decide expresarse con semejante elocuencia!

El tiempo de gracia en que vivimos, anunciado por María en Medjugorje

San Luis Grignon de Montfort, que vivió entre los siglos XVII y XVIII, dice en su ‘Tratado de la verdadera devoción a María”:

“El poder de María sobre los demonios será particularmente grandioso en los últimos tiempos. Ella extenderá el Reino de Cristo sobre los idólatras y musulmanes y sobrevendrá una era gloriosa en que María será Reina y Señora de los corazones humanos. El entrenamiento y formación de los grandes santos que aparecerán hacia el fin está reservado a la Madre de Dios. Estos grandes santos sobrepasarán en santidad a la mayoría de los otros santos, así como los Cedros del Líbano sobrepasan a los arbustos. Estos grandes santos, llenos de gracia y celo, serán escogidos para oponerse a los enemigos de Dios que aparecerán por doquier. Por su palabra y su ejemplo, estos santos traerán al mundo entero la verdadera devoción a la Santísima Virgen María y la veneración debida a Ella. Esto les traerá muchos enemigos, pero también muchas bendiciones”.

Así decía San Juan Bosco en el siglo XIX:

“Muchas pruebas le esperan a la Iglesia, pruebas muy serias. Lo que nosotros hemos sufrido hasta ahora es nada, o casi nada, comparado con lo que va a suceder. Sólo tres cosas pueden salvarnos en esta hora tan grave: La devoción a María, la Comunión frecuente y el culto al Santísimo Sacramento”.

¿Son estos tiempos, de los que nos habla la Santísima Virgen en Medjugorje, los tiempos vaticinados por estos grandes santos?. ¿Es ahora cuando María aplastará la cabeza del Demonio, como lo anuncia el Génesis?. ¿Qué tiempos estamos viviendo?. Recordemos las palabras del Señor: “Cuando veis levantarse una nube decís: Va a llover. Y así es. Cuando sentís soplar el viento sur decís: Va a hacer calor. Y así sucede … sabéis juzgar del aspecto de la tierra y del cielo; ¿por qué no sabéis juzgar los signos de los tiempos?”(Lc.12, 54-56). ¿Están esos signos presentes?. Oremos como Ella nos indica: “Oren para que el Espíritu Santo les ayude a entender los tiempos que están viviendo”.

¿Para qué ha venido la Virgen a Medjugorje?

medjugorje 5El 25 de mayo de 1987 Ella ha dicho: “Soy vuestra Madre y quiero llevarlos a la santidad perfecta. Deseo que cada uno de ustedes sea feliz aquí en la tierra y que cada uno de ustedes esté conmigo en el cielo. Esta es, queridos hijos, la razón de mi venida aquí y mi mayor deseo”.

Según los videntes, la Virgen ha dicho que éstas son sus últimas apariciones en el mundo. El 2 de mayo de 1982, dio este mensaje: “He venido a llamar al mundo a la conversión por última vez. Después, ya no apareceré más en la tierra”.

¿Qué pasará después de Medjugorje?

Sólo podemos intuirlo a través de lo que la Virgen nos ha dicho en sus mensajes. Este tiempo, que Ella llama “Tiempo de Gracia”, es especial y conduciría a la humanidad hacia un tiempo nuevo. Por eso, debemos aprovechar las gracias que Dios está derramando a través de Ella y prepararnos a ese tiempo para el que nos invita, llenos de esperanza. Ella, como Reina de la Paz, nos anuncia un tiempo de paz, reiterando lo que prometió en Fátima.

Al comienzo de las apariciones la Virgen dijo: “Dios existe. Él es la plenitud de vida”. ¿Por qué ha tenido la Virgen que venir a decirle al mundo que Dios existe?. Porque una gran parte del mundo ya no cree en Dios. Ella quiere reafirmar que Dios es nuestro Creador y Señor; por lo tanto, debemos ponerlo en el primer lugar en nuestras vidas. ¿Y quién mejor que la Madre de Dios puede enseñarnos cómo hacerlo?

Los mensajes de María en Medjugorje

“Hijitos, vivan todas las palabras que les he dado a través de este tiempo de gracia y renueven la oración hasta que la oración sea un gozo para ustedes” (25-8-97).

“Hijitos, los he guiado y los guío a través de este tiempo de gracia, a fin de que ustedes lleguen a ser conscientes de su vocación cristiana” (25-11-97).

“De modo especial, los invito a la renuncia en este tiempo de gracia. Hijitos, por medio de sus pequeños sacrificios, mediten y vivan la Pasión y Muerte de Jesús por ustedes. Sólo si se acercan a Jesús, comprenderán el amor inconmensurable que El tiene por cada uno” (25-2-98).

“Hijitos, este es un tiempo de gracia; por eso, los invito nuevamente para que se decidan por Dios Creador. Permítanle que los cambie y los transforme. Que vuestro corazón esté preparado a escuchar y vivir todo lo que el Espíritu Santo tiene en su plan para cada uno de vosotros” (25-5-98).

“Este, hijitos, es un tiempo de gracia para ustedes. Hagan buen uso de él para su conversión personal, porque cuando ustedes tienen a Dios, lo tienen todo. Gracias por haber respondido a mi llamado” (25-7-98).

“Hijitos, únicamente con el amor y la oración, podrán vivir este tiempo que les ha sido dado para la conversión” (25-3-99).

“En este tiempo de gracia, que la Cruz sea una señal de amor y de unidad por medio de la cual llega la verdadera paz. Por lo tanto, hijitos, oren especialmente en este tiempo para que en sus corazones nazca el Niño Jesús, creador de la paz. Sólo con la oración llegarán a ser mis apóstoles de la paz en este mundo sin paz” (25-11-99).

“Despierten del sueño de incredulidad y pecado, ya que este es un tiempo de gracia que Dios les da. Aprovechen este tiempo y pidan a Dios la gracia de la curación de vuestro corazón, para que con el corazón miren a Dios y al hombre” (25-2-2000).

“Oren y aprovechen este tiempo, porque este es un tiempo de gracia. Yo estoy con ustedes e intercedo por cada uno de ustedes ante Dios, para que vuestro corazón se abra a Dios y al amor de Dios” (25-3-2000).

“Deseo renovar con ustedes la oración e invitarlos al ayuno, el cual deseo ofrecer a mi Hijo Jesús por la llegada de un tiempo nuevo, un tiempo de primavera” (25-10-2000).

“Este es un tiempo de gracia. Por eso, oren, oren, oren hasta que comprendan el amor de Dios por cada uno de ustedes” (25-2-01).

03-08-2012 Medjugorje“Hijitos, viven en un tiempo en que Dios les da grandes gracias, y ustedes no saben aprovecharlas. Se preocupan de todo lo demás, menos del alma y de la vida espiritual. Despierten del sueño cansado de su alma y digan a Dios con todas sus fuerzas, Sí. Decídanse por la conversión y la santidad. Estoy con ustedes hijitos, y los invito a la perfección de su alma y de todo lo que hacen” (25-3-01).

El 25 de enero de 1997, la Santísima Virgen dio un importante mensaje:

“Queridos hijos: Los invito a reflexionar sobre su futuro. Ustedes están creando un nuevo mundo sin Dios, solamente con vuestro propio esfuerzo y ésa es la razón por la cual están insatisfechos y sin alegría en el corazón. Este tiempo es mi tiempo, y es por eso, hijitos, que los invito nuevamente a orar. Cuando encuentren la unidad con Dios, sentirán hambre de la palabra de Dios y sus corazones, hijitos, se desbordarán de gozo. Serán testigos del Amor de Dios dondequiera que estén. Los bendigo y les repito que yo estoy con ustedes para ayudarlos.”

La Madre de Dios nos invita de este modo a aprovechar este regalo de Dios Padre. Este tiempo extra que se nos regala para convertirnos, frente a hechos que nos conducirán hacia un mundo distinto, donde definitivamente no se podrá entrar SIN DIOS .

La Aparición de Medjugorje fue profetizada

El Padre Emiliano Tardif fue un reconocido sacerdote canadiense de la Renovación Católica Carismática. El cuenta que estando en 1981 en Roma, en la reunión internacional de líderes de la Renovación Carismática, el 16 de mayo (apenas tres días después del atentado al Santo Padre en la misma ciudad), el Padre Tomislav Vlasic (quien representaba al movimiento de Yugoslavia) pide que se haga una oración de sanación por la Iglesia Yugoslava. Rezan entonces sobre el Padre Tomislav.

Sor Briege McKenna, carismática conocida también mundialmente, da a conocer la visión que está recibiendo. Ve al Padre Tomislav y a una multitud de jóvenes, y un río que corre por un costado. La interpretación de la visión profética es el carisma que este sacerdote habría de tener como guía espiritual de la juventud y el torrente de gracia que lo alimenta. Inmediatamente después, es el Padre Tardif quien se alza y dice: “No te preocupes. Dentro de poco te enviaré a Mi Madre”. El Padre Tardif se limita, según él mismo lo cuenta, a repetir lo que el Señor Jesús le está diciendo en ese momento. Lejos está él de imaginar que al mes siguiente, el 24 de junio, se iniciarían las apariciones en Medjugorje.

Dios no juega juegos de azar. Absolutamente todo lo que ocurre en su Plan Celestial responde a Su Divina Voluntad. El estaba anunciando el envío de la Madre de Jesús a llevar adelante una de las misiones más importantes de la historia del mundo, y utilizó nada más ni nada menos que a representantes del movimiento carismático, quienes tienen el corazón y la mente abierta a los hechos del Cielo en la tierra. ¡Dios bendiga y preserve la fe y unidad del movimiento Carismático!

¡Milagros por doquier!

Una tarde de verano del mes de julio de 1981 apareció una inscripción en el cielo sereno. En letras luminosas podía leerse la palabra “MIR”, que significa paz, en croata. Varias personas, entre ellas muchos sacerdotes, fueron testigos presenciales. El mismo signo volvió a repetirse en la tarde del 6 de agosto, de ese primer año. Esta vez los caracteres eran como de fuego y parecía como si una mano invisible estuviera escribiendo. Las letras cubrían un arco desde el monte Krizevac (monte de la Cruz) hasta la Iglesia de Santiago Apóstol. Simbolizaba la paz que Cristo, desde Su Cruz, da a su Iglesia. El fenómeno duró unos veinte minutos y fue visible no sólo en Medjugorje sino en aldeas vecinas también.

Asimismo, desde el inicio y en muchísimas ocasiones hasta nuestros días, ha sido posible ver la “danza del sol”, como también se la vio en Fátima y en San Nicolás, Argentina.

maria en medjugorjeEn agosto de 1981, en una ocasión se vieron dos rayos luminosos que provenían del monte Podbrdo, donde está la colina de las Apariciones. Uno iluminaba toda la iglesia y el otro daba sobre el monte Krizevac. En los momentos previos estaba Ivan con su grupo orando en la colina, cuando se le apareció la Santísima Virgen para decirle que iba a darles una señal para ayudar a fortalecer la fe. Podemos discernir claramente en la simbología del fenómeno el vínculo directo entre las apariciones de la Virgen, la Cruz de donde viene la Paz, y el pueblo de Dios que se reúne en torno a la Palabra del Señor y se une a Él en Su Sacrificio, la Misa.

A la Cruz del Krizevac muchos la han podido ver transformarse. Algunas veces la Cruz de 16 toneladas desaparecía, otras giraba a gran velocidad. Otras veces, en cambio, se volvía como de cristal, iluminada por dentro. En ocasiones solía aparecer frente a la Cruz la figura de la Virgen, lo cual fue incluso fotografiado.

El 28 de octubre de 1981 se produjo un signo anticipatorio de la Gran Señal. Ese día un fuego misterioso, que no consumía, se veía sobre la colina. Cuando la gente acudió al supuesto incendio encontraron al policía, al que las autoridades habían dejado de vigilancia para impedir el acceso al Podbrdo, que estaba arrodillado rezando. En el lugar no había ni cenizas ni restos quemados.

La Virgen confió a los chicos que antes de la Gran Señal del tercer secreto habrán otras, no sólo en la aldea sino en otras regiones del mundo donde Ella se ha aparecido. Insiste, sin embargo, en que no se debe esperar a los signos para convertirse. “Todos han ya recibido muchas señales, ha dicho, ahora los cristianos deben ser, ellos mismos, una señal para que se conviertan los ateos”.

También ha sido posible observar otros fenómenos y signos en el sol. Así como el que se vio al caer la tarde de la Navidad de 1989. Cuando el sol estaba rojizo y declinante, de pronto se convirtió en una enorme hostia blanca que no encandilaba. Permaneció un buen tiempo detenido. Luego se achicó y, todo rojo, cayó rápidamente. La respuesta de todos los que estaban contemplándolo desde la cima del Krizevac, fue un unánime y unísono, “¡Oh!”.

Pero las señales que más han llamado y llaman la atención son las numerosísimas conversiones. Personas que después de larguísimo tiempo (30 o 40 o más años), retornan al seno de la Iglesia. Personas que acuden a un misterioso llamado para encontrar la respuesta a sus vidas. Personas que descubren en María a la Madre, no sólo de Cristo sino de ellos mismos. Personas que ya no dudan de la existencia de Dios ni de Su amor.

En Medjugorje se ora mucho y se ayuna; y todos lo hacen. En los confesionarios, para las diferentes lenguas, se forman larguísimas colas. Teólogos y sacerdotes, después de haber estado varias horas confesando y por experimentarlo, se han convencido que por Medjugorje corre la gracia y éste es el fruto más convincente, más concreto, del árbol de la autenticidad de las apariciones.

Qué tenemos que aprender de Medjugorje?

Virgen que abre los ojosCuando Dios quiere usar Su Omnipotencia para sorprender nuestra débil fe, y llamarnos a la conversión, no escatima en recursos.

Medjugorje es una masiva manifestación de Presencia Divina, un canal abierto al mundo sobrenatural. ¿Por qué Dios hace esto?. El motivo es muy claro: quiere llamar nuestra atención, para que no tengamos más excusas y nos entreguemos a una conversión profunda. Y también quiere que nuestra conversión sea una lámpara que ilumine a otros, para que se difunda la llama del Espíritu Santo entre más y más personas.

María es la Capitana del ejército celestial en estos tiempos de masiva negación de Dios. Por eso es Ella la que se presenta en todo su esplendor, para que nuestro corazón se abra y se entregue a ser soldados de Su ejército. ¿Cuál es la batalla?. Es el Triunfo del Amor, la difusión de la necesidad de obrar como Jesús nos enseñó con su ejemplo. El dio la vida en la Cruz, como suprema entrega de Amor a nosotros, que no lo merecemos.

María, como nuestra amorosa pastora, nos enseña el camino de imitación perfecta de la vida de Cristo, Su Hijo amado. ¡No podemos fallarle!